"Soy el héroe de la imperfección. Me gusta no ser perfecto, porque hace surgir la duda. Y la duda es el padre y la madre de la inteligencia. Ratzinger y el cardenal Cañizares abominan del relativismo, porque ellos lo tienen todo claro. Pero quienes aman la perfección, odian el humor". Así se explicaba ayer Leo Bassi en la Fira del Llibre (que hoy vive su último día), donde presentó la versión escrita de La Revelación (Ediciones Barataria) y que cuenta con un prólogo del historiador Ian Gibson.

Bassi, que se proclamó "un cruzado laico", explicó que decidió pasar de actor a escritor "cuando me pusieron una bomba en el camerino", algo que ocurrió en el teatro Alfil de Madrid en marzo de 2006. Hasta entonces, "estaba fuera de mis pensamientos dar este paso".

El actor manifestó que no le dan miedo las críticas que se le dirigen con regularidad desde sectores conservadores: "Cuantas más hostias me dan, más contraataco".

El contenido del libro, describió, es un "homenaje a la Ilustración y a sus enseñanzas", así como a su ateísmo, además de un texto que "busca mostrar las contradicciones de la Biblia" y de la religión católica: "Se habla de respetar el quinto mandamiento, no matarás, pero al mismo tiempo se anima a cometer matanzas al pueblo elegido". El actor teatral apostilló que su montaje es un "espectáculo serio y profundo donde tomo postura en contra de una forma de monoteísmo que nos lleva a la guerra, de una forma más propia del siglo XV que del XXI. Denuncio el papel que juega la Iglesia en España, pegada a un PP loco", enfatizó.