Con voz firme, Berta María Gómez lee un pasaje del Evangelio en la bendición del residencial Bosques de Juigalpán, un barrio de casi quinientos hogares recién nacido en la ciudad nicaragüense de Juigalpa, a más de dos horas de la capital Managua. La elección del texto de San Lucas no es baladí: "(...) Porque el que trabaja merecedor es de su salario. Pero no andéis de casa en casa (...)". Abogada y notaria, funcionaria de Justicia, madre de un hijo y separada, ella es una de las beneficiarias del proyecto de construcción de viviendas impulsado por la mallorquina Fundación Barceló, en colaboración con la ONG vasca Paz y Tercer Mundo (PTM) y la local AFODENIC (Asociación para el Fomento y el Desarrollo de Nicaragua).

En su condición de mujer sola, no hubiera logrado un techo digno para su independencia de no mediar el ventajoso microcrédito con que se sostiene un proyecto que ya ha cosechado elogios en diferentes foros sobre cooperación por su tratamiento integral del problema. Una iniciativa ingente que ha precisado un lustro para hacerse realidad, y que fue inaugurado el pasado sábado 26 de mayo, con la presencia del ministro de Hacienda y Crédito Público del nuevo gobierno sandinista de Daniel Ortega, Alberto Guevara, y otras autoridades.

En la placa descubierta en el boulevard central del residencial, que aguarda las lluvias del invierno centroamericano para merecer su apelativo de "bosques", se ha inscrito el lema biográfico del empresario felanitxer Gabriel Barceló, vicepresidente de la Fundación Barceló, a la que dedica su esfuerzo junto a su hermano Sebastián desde que ambos dejaran en manos de sus hijos el devenir de la compañía turística que les ha dado reconocimiento mundial: "El esfuerzo en el trabajo es la clave principal del avance de la sociedad". Seis millones de dólares, aportados en un préstamo sin intereses por la Fundación y a través de una donación directa de la familia Barceló, ha costado convertir un terreno de pastos en un complejo que cuenta con potabilizadora y depósito de agua, tendido eléctrico, centro comercial, espacios ajardinados, escuela de preescolar para 50 niños, aceras y asfaltado, edificio comunitario y depuradora. Un oasis de servicios en uno de los países más pobres del mundo, cuya construcción ha generado además más de 500 puestos de trabajo, directos e indirectos.

Las 498 familias que lo habitarán adquieren una casa de 55 metros de techado, ampliables, en una parcela de 200 metros, por un importe de 12.000 dólares que devolverán en un máximo de 14 años, pues la cuota no debe exceder el 30 por ciento de los ingresos de los propietarios, cuya media alcanza los 300 dólares (225 euros) al mes (el salario mínimo real en Nicaragua asciende a 100 dólares, unos 75 euros). "La Fundación pretende llegar a la gente que de verdad lo necesita. Como en lo profesional, tratamos de emplear los recursos de forma eficiente, con la implicación de los gobiernos locales y de los propios usuarios. Con la devolución de las cuotas, nos plantearemos otros retos de este tipo", relata Gabriel Barceló momentos antes de cortar la cinta inaugural del nuevo núcleo urbano.

Una clase media depauperada

La iniciativa se ha dirigido a profesionales jóvenes de sectores estratégicos que han de vertebrar Nicaragua, como la educación, la sanidad y otros servicios públicos, y que hoy día, excluidos por sus bajos salarios de los créditos comerciales, no logran acceder a una vivienda nueva, que en el mercado libre puede costar 30.000 dólares con tipos altísimos. Así, se ven obligados a hacinarse junto a familiares en espacios precarios o a permanecer de alquiler siempre. El contrato lo firman ambos miembros de la pareja, para evitar que en caso de divorcio la mujer quede desposeída.

"Se vende al precio de construcción, con un interés mínimo del 4 por ciento que sufraga los gastos de gestión de toda la operación", expone Francisco Montoya, de AFODENIC, una entidad que incide especialmente en el desarrollo de las zonas rurales y urbanas de Chontales al que pertenece Juigalpa (150.000 habitantes) y que tras el huracán Mitch enfocó su esfuerzo a proyectos habitacionales integrales. Este socio local de la Fundación Barceló se ha ocupado de la ejecución material de la obra, mientras que Paz y Tercer Mundo, con sede en Bilbao y una presencia de décadas en la zona, ha supervisado el proceso financiero y administrativo, amén de buscar apoyo económico para los espacios comunitarios.

"Nosotros somos los más humildes entre los humildes", asegura Hugo César Núñez, mientras muestra radiante su vivienda, situada en la entrada del residencial. Profesor de educación de adultos, la habita desde hace seis meses junto a su esposa, Nelly Olivar, maestra en paro y ama de casa, y a sus hijos Alionuska (6 años) y Frank Josué (4). Tienen pocos enseres, pero "al fin un techo propio. Antes vivíamos con mi hermana, contribuyendo al pago de la comida. Lo importante es la casa, lo demás ya vendrá. Quién sabe, tal vez pronto podamos ampliarla", agrega.

"Este es un proyecto novedoso e histórico, marca el camino. La vivienda es un derecho, pero no siempre se consigue en realidad", le secunda su vecina Berta María Gómez, que ha logrado un hogar acogedor para ella y su pequeño Ellington Huberth construyendo el porche trasero y sembrando un pequeño jardín. Como ellos, 343 familias han firmado ya sus contratos de compra y docenas han tomado posesión de su propiedad. AFODENIC ha revisado hasta el momento 950 solicitudes.

Promotores del desarrollo

En la velada inaugural de Bosques de Juigalpán, antes de la fiesta, las autoridades se felicitan por un logro que, tras treinta meses de esfuerzo ininterrumpido, supone un pequeño milagro en una localidad que sobrevive de la ganadería, y con serios problemas de abastecimiento de agua que tratan de solventar canalizando en su beneficio las aguas del enorme Lago Nicaragua. Una banda militar hace sonar los himnos nacionales de ambos países.

El alcalde, Brito Siles, entrega las llaves de la ciudad de Juigalpa, fundada hace 125 años, a Gabriel Barceló e Iñaki Markiegi, de PTM, queriendo simbolizar "que abrimos nuestras puertas a los promotores del desarrollo". El diputado Douglas Alemán hace un guiño a los presentes, invitándoles a levantar las dos casas que faltan para que "tengamos el número redondo de 500" y augura que Chontales ya no será más "un departamento de champas (chabolas)".

Todos apelan a Unión FENOSA para que se esmere en rematar la electrificación del barrio para que las familias que faltan puedan ocupar sus viviendas sin dilación. A los usuarios se dirige Gabriel Barceló, animándoles "a trabajar para conquistar mayores cotas de bienestar". Desde su porche delantero les escucha la joven abogada Ana Barquez, residente desde hace cinco meses en una de las casas próximas a la zona comercial, remodelada, alicatada y coqueta. La comparte con su esposo, el ingeniero Francisco Briseño, y su bebé Francisco Javier, de siete meses de edad. Antes vivían de alquiler en el pueblo, y no dudaron en mudarse. "Es chiquita, pero se puede agrandar. ¿Qué nos gustó? El precio, claro".