El feliz nacimiento de la primera hija de los Príncipes de Asturias es noticia que colma portadas y abre telenoticiarios en la televisión y en la radio. Doña Leonor será llamada la nueva Infanta de España. Si se reforma a tiempo la Constitución -antes de que los príncipes puedan traer al mundo un varón-, la niña nacida el último día del mes de octubre cuando jarreaba en Madrid, podrá ser reina de España.

Estamos, pues, ante un hecho que va bastante más allá del natalicio en sí, y, quien parece llamada a tan alta encomienda, es lógico que concite el interés del común desde sus primeros minutos de vida. Cosa bien otra es el exceso de melaza informativa que rodea el acontecimiento. Hay un punto para todo y vamos camino de superarlo. Lo que entra dentro de la lógica informativa, por el camino del exceso, se convierte en murga.