El guionista Santiago Tabernero se estrenó ayer en el Festival de Valladolid como director de un largometraje con la proyección a concurso de Vida y color, donde deja en un cuadro de costumbres su intento por adaptar una "fábula negra" a partir de una historia de la Guerra Civil.

La España "perdida y desvalida" como consecuencia de cuarenta años de Dictadura ha intentado reflejar Tabernero (Logroño, 1961) en su ópera prima, recibida con división de opiniones en la 50 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), y cuyo germen se sitúa en un cuento, titulado Guá, que redactó hace veinte años.

"Desde entonces llevo escribiendo esta película que yo definiría como una fábula negra" insertada dentro de una historia "hecha para gustar y emocionar", explicó el director, quien también aclaró que no ha pretendido "elaborar una crónica costumbrista o realista" de la época.

No obstante, el retrato social del país durante la agonía del anterior jefe del Estado, Francisco Franco, prevalece en toda la cinta por encima de la trama sórdida y siniestra con la que Tabernero intenta evitar que su primer trabajo de larga duración se quede en un mero cuadro de época.

La película, con un elenco donde sobresale la interpretación de Carmen Machi y del que también forman parte las hermanas Silvia y Natalia Abascal, se sitúa en un barrio de la periferia madrileña, donde el chabolismo gitano y las casas molineras conviven con los primeros amagos de bloques residenciales.

Es la crónica de una España a caballo entre el blanco y negro y el color, de isocarros, descampados y vertederos, de tiendas de ultramarinos y bocadillos de sardina, de televisiones con dos canales, jersey de pico y zapatos de goma, de sueños reprimidos y anhelos insatisfechos, donde la mujer comienza a dar síntomas de hartazgo y liberación.