El Ballet Béjart Lausanne es la última reencarnación de una compañía que el año anterior cumplió medio siglo de historia. Cambian las sedes, los nombres, los bailarines... pero Maurice Béjart sigue al frente de una institución que ha marcado con nombre propio la danza del siglo XX. Le Presbytère, uno de sus montajes más brillantes, monumentales, espectaculares y ambiciosos, hace aún más grande la décima Temporada de Ballet de Mallorca -con un cartel a la altura de un cumpleaños especial- y también hace realidad uno de los sueños del director de este festival, Agustín Pinillos, quien no duda en afirmar que "hablamos de la mejor compañía de ballet contemporáneo que se pasea por el mundo actualmente". Lógica, por tanto, su satisfacción al haber logrado traerla a Palma.

Le Presbytère, estrenado en el Teatro Nacional de Chaillot (París) en 1997, es un sentido homenaje de Béjart al que fue su pareja durante años, el bailarín Jorge Donn, y al músico Freddy Mercury, que compartieron mutua admiración y fueron víctimas, a la misma edad, 45 años, del sida.

Pero a pesar del triste destino que padecieron, no se trata de un ballet pesimista ni siniestro, al contrario, como señala el propio coreógrafo, es un encuentro con la vida, la juventud y la esperanza. No es un ballet sobre el sida, sino sobre las personas que mueren jóvenes.

Este montaje excepcional puede interesar a público de todas las edades. Se representará en Palma tras actuar la compañía con un programa distinto en una única función en España, la que se ofrecerá en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona del 28 al 30 de octubre, ya con todas las entradas vendidas.

La coreografía de Béjart se vale de un lenguaje renovador y sorprendente, interpretado por un cuerpo de baile que reúne a bailarines de varias generaciones que se mueven con entusiasmo al ritmo de Queen y Mozart.

"La música de Queen es como un torbellino -comenta el maestro galo-. Invención, violencia, humor, amor, todo está ahí. Me gustan, me inspiran, me guían y en esa No man´s land, a la que todos iremos algún día, Freddie Mercury, estoy seguro, estará sentado al piano con Mozart".

El vestuario, en blanco, "con el que se pueden realizar formas extavagantes", es de Gianni Versace, con quien Béjart agradeció trabajar por su entusiasmo, fervor y comunicación. "Desde que empezamos a trabajar, siente las angustias y los agobios de un principiante. Lo mismo me ocurre a mí. Tal vez sea uno de los secretos de nuestra amistad", confesó antes de la muerte de su buen amigo. La iluminación correrá a cargo de Clément Cayrol, quien emplea los recursos técnicos más modernos.

Hablar de Maurice Béjart (1927) es referirse a uno de los grandes de la danza del siglo XX. París, como bailarín y coreógrafo, y luego Bruselas y, desde 1985, Lausanne, ya como coreógrafo, fueron y son las ciudades en las que trabaja. Sus obras son aclamadas internacionalmente. Hasta Palma se desplazarán fans de Béjart de todo el mundo dispuestos a atestiguarlo.