La cineasta Isabel Coixet se estrena como directora teatral con 84 Charing Cross Road, de Helene Hanff, que con la interpretación de Carme Elias y Josep Minguell abre hoy el XIII Festival Internacional de Teatro Temporada Alta.

Coixet aseguró ayer en rueda de prensa que ha hecho una adaptación absolutamente fiel a la original, eliminando algunos personajes que, según ella, eran accesorios, mientras que se ha quedado con los dos protagonistas principales.

La directora de Mi vida sin mi ha dicho que "siempre he contemplado el teatro con el mismo respeto reverencial con el que he considerado la literatura", por lo que le "resulta una paradoja que la primera obra teatral en la que trabajo sea una que habla, entre otras cosas, del amor, de la fascinación que ejercen los libros sobre nosotros".

En cuanto a la diferencia entre el cine y su primera experiencia en el teatro, ha subrayado que lo único que le importa es explicar historias con contenido, "evidentemente que es diferente el cine del teatro, pero al final el trabajo con los actores tampoco es tan diferente".

Coixet ha destacado que desde que leyó la obra de Helene Hanff en su formato original, "sentí que el mundo del que habla 84 Charing Cross Road estaba sorprendentemente cerca de mis obsesiones: el paisaje de los sentimientos ocultos, el amor como proyección de las cosas que no se dicen porque no necesitan decirse, de la soledad como vocación".

La escritora y directora apunta que el público sólo dispone de una hora y media para conocer a esta pareja "insólita y fascinante" y para vivir con ellos dos décadas de un idilio en que nunca se pronuncia la palabra "te quiero".

Su principal deseo "es que a la salida de la representación el espectador, parafraseando a la misma Helene Hanff, se diga: Yo viví aquello. Yo estuve allí. Yo me emocioné."

Tanto la directora como los dos protagonistas han coincidido en destacar la emoción que les acusó la lectura de la obra de la escritora de Filadelfia.

Después de la segunda Guerra Mundial, Helene Hanff, una mujer de Nueva York, inteligente, solitaria y culta, permanece atrincherada en su pequeño apartamento lleno de libros y ceniceros.