Cuando no es noticia porque le han dado el Príncipe de Asturias de las Artes, lo es por ser el pintor español vivo más cotizado o por exponer en el Louvre. Ahora, Miquel Barceló también interesa por publicar Cuadernos de Africa, unos diarios en los que el artista mallorquín vuelca sus pensamientos más íntimos.

"Pintamos porque la vida no basta. ¿Dije yo eso o lo leí en alguna parte? Creo que es mío. En cualquier caso, aquí la vida sí basta. Es casi excesiva", escribía en mayo de 1988, en Gao (Malí), Barceló, que, si es conocido en medio mundo, en buena parte lo debe a esa etapa suya africana de la que salieron las estilizadas siluetas con que comenzó a encandilar a la gente hace ya más de quince años.

El libro lo publica en septiembre Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, una editorial para la que Barceló ilustró recientemente la Divina Comedia, de Dante, y recoge los diarios escritos y pintados por él durante sus estancias entre 1988 y 2000 en ese continente al que no se cansa de regresar, alternándolo con París y Mallorca.

En los catorce años que abarcan los cuadernos del artista, un volumen de algo menos de 200 páginas, hay notas y dibujos hechos sobre todo en Malí, en localidades como Gao, Bamako, Segu o Gogolí, y en menor medida también en Tánger y Abiyán.

La vida, el paso del tiempo y la muerte, las tres cuestiones que Barceló reconoce como centrales en su obra y en su vida -"son la preocupación básica del ser humano. No hay otro tema", ha dicho-, recorren también de alguna manera las páginas de estos diarios, en los que el pintor de Felanitx reflexiona igualmente en torno al arte y a su lugar en el mundo actual.

"Inteligencia, imprudencia, obsesión, apatridismo, desconfianza hacia el Estado, intolerancia", son requisitos que ha de reunir el artista, justo los contrarios de los que necesita un político, según Barceló, que dice odiar los elogios, que el dinero ya no le conmueve y que trabaja sólo "en interés propio".

"Gao es la ciudad más pobre de uno de los países más pobres del mundo", se dice a sí mismo sobre Malí, de donde proceden tantos de los subsaharianos que llegan a España en patera. Hay "mucho polvo y moscas grandes como palomas", "mosquitos y todas las enfermedades del mundo", y la corrupción está a la orden del día, pero "aquí las cosas me parecen reales y pintables. En París los cuadros me parecen más reales que las calles".

La publicación de estos diarios, escritos en origen en catalán, francés y, alguna cosa, en castellano, llega poco después de que el artista haya terminado la primera fase de su trabajo en la catedral de Mallorca, en la capilla de Sant Pere.

Barceló, a lo largo del libro, da la impresión de haber sabido adaptarse a las difíciles condiciones de vida de Malí, donde no se priva, por ejemplo, de sufrir alguna que otra disentería.