-Hace unos días fue a unos cines de Palma a ver la última película de Michael Moore, 'Fahrenheit 9/11'. ¿Le gustó?

-La noche anterior ya la había visto en Madrid y yo no suelo ver las películas dos veces. Me parece un trabajo formidable y lo defiendo totalmente.

-En Cannes se hizo con la Palma de Oro, pero fue una distinción política.

-Cuando ganó la Palma de Oro pensé que era un premio político, pero por una vez merece la pena. Que alguien haga una película contra lo que está ocurriendo en el mundo, contra esa pandilla que gobierna Estados Unidos, es muy importante y necesario.

-¿Es apta para todos los públicos?

-Es una cinta que habría que poner en los colegios, porque habla de lo que ocurre ahora, del golpe de Estado que se ha producido en Estados Unidos y también de la guerra. Es una estupenda película antibelicista que enseña el sufrimiento de los americanos y de los iraquíes y lo pone en igualdad. Ves a los iraquíes como si fueran tus propios vecinos, les ves la cara, los ojos... Lo que más me gusta del filme es que explica que los que siempre van a morir a la guerra son los pobres, no los hijos de los ricos o los senadores, sólo los negros de los barrios marginados, de las zonas más castigadas por las grandes compañías y corporaciones.

-Los discrepantes la tildan de pura propaganda.

-Con la película, Moore intenta que esta gentuza no gane las elecciones de noviembre, pero también tiene un lado que trasciende eso, al hablar de todas las guerras y del daño que le hacen al mundo. Cuando critican a Moore, yo digo: ¿quién ha hecho en los últimos diez años una película tan sutil, tan límpia, para nada narcisista y mojándose de un modo tan directo y ante un enemigo más poderoso? Moore se juega la vida.

-Las canciones de Dylan ayudaron a parar la guerra de Vietnam. ¿La película de Moore conseguirá que las tropas americanas salgan de Irak?

-Su poder es más grande que el de cualquier canción. Es histórico que haya colas en todo el mundo para ver un documental y que éste multiplique por cinco la recaudación del documental más visto en la historia de Estados Unidos hasta la fecha, llegando a competir con otras películas comerciales de los estudios. Para el americano medio, aquel que sólo conoce canales nazis como el de la Fox y otros privados que desinforman, ver esta película es un shock terrible, porque se dan cuenta de lo que han hecho con su país. El enemigo principal de Bush es el pueblo americano.

-¿Qué ha cambiado en la vida de Trueba desde el 11-M?

-En aquellos días me quedé en casa frente a la tele llorando. Puedo entender que el Gobierno se equivocó al alinearse con Bush, aunque esté en contra, pero no admito ni perdonaré jamás que intentaran manipular el sufrimiento de los demás. Yo no veo ningún programa de la comisión de investigación, sé reconocer la mentira cuando la veo. Espero que Aznar, Zaplana, Acebes y Rajoy no duerman bien en toda su vida. Si tienen un mínimo de moral, conciencia y corazón, que lo dudo, ojalá el remordimiento les persiga siempre.

-¿Ha perdido la confianza en los políticos?

-No, eso sería muy peligroso. Aunque la mayoría sean unos impresentables y merezcan poca confianza, la diferencia entre el malo y el menos malo es muy grande. Yo he votado siempre, en todas las elecciones, aunque no sea de ningún partido político. Siempre voto a aquel que me promete cinco muertes menos o aquel otro que dice que fastidiará un poquito menos el medio ambiente. Pero a los políticos hay que exigirles, vigilarles, fiscalizarles, castigarles... Si algo nos ha enseñado el 11-M es que podemos echarles.

-¿El cine español saldrá de la crisis con el nuevo Gobierno?

-Parece un Gobierno con sensibilidad hacia la cultura. La derecha española, sobre todo la extrema derecha -Aznar no se diferencia en nada de Le Pen-, la que ha estado en el Gobierno, tiene aún que hacer un recorrido para demostrar que apoya la cultura.

-¿Llevaría el caso Rasputín al cine?

-No, ese es un tipo de picaresca eterno. Lo importante no es que hayan ido al Rasputín, sino que se gasten en cosas privadas el dinero público. Y me parece igual de grave que se lo gasten yendo de prostitutas que comprándose un coche. Es muy de este país que los políticos consideren aquel como si fuera su cortijo.

-¿Por qué ha viajado a Brasil para rodar 'El milagro de Candeal', película que estrenará en septiembre?

-Fui invitado por Carlinhos Brown y descubrí el Candeal, una favela sin crimen, armas, violencia ni drogas. Es una comunidad pobre, pero les han devuelto la esperanza. Me apeteció hacer una película sobre este milagro, transmitir que en situaciones difíciles haya optimismo. Vale que no podemos arreglar el mundo, pero hay que dedicarle un poquito de interés. Es un musical social, una cinta muy abierta y diferente de las que he hecho hasta ahora. Un filme que enseña belleza. Para retratar esta comunidad utilizo a Bebo Valdés, que, a sus 85 años, llega a Bahía, una zona que tiene muchos lazos con Cuba.