De noche se puede cenar sobre un barco a la luz de las velas. Las condiciones indispensables, no son ni la cena, ni las velas, sino el barco, aunque eso se dé por supuesto en Puerto Portals. Un lugar que, bendita su suerte con champán, nunca pasa de moda. Si todavía hoy existieran los cazatesoros se olvidarían de las profundidades del Titanic y le pincharían la quilla a un Pitina cualquiera para salvaguardar sus riquezas a flote. No todos pueden proclamarse puerto favorito de un rey. Mallorca es la isla del tesoro. El otro día salí por la noche.äTu cara me suena de algo. Rosa, cuyo oficio es el periodismo, pero a quien realmente le gusta salir en la pequeña pantalla junto al logo de Gran Hermano Vip. Se paseaba por la Bodeguita del Medio del puerto. El mismo sábado contaron con la presencia de Terelu Campos, con el mismo novio del año pasado, el también periodista Pipi, que presume de tatuaje en el brazo con el nombre de su amada (El pobre no se fijó en la inestabilidad Johny Deep-Winona Ryder, y además confía en la tecnología láser para olvidar su relación en el remoto caso de que ésta finalizara). El martes pasado se dejaron ver de nuevo, esta vez en compañía de su madre. "Ya están aquíííí..." Lo que está claro es que el oficio cool de hoy en día es ser un periodista famoso. Cada vez que sonríen a la cámara se justifican con que ellos no son como los demás, tienen una profesión digna.

äEl que es objetivo de buena cámara es Harald de Noruega, desde que ha llegado no para de reir. El pasado lunes se rodeó de unas veinticinco personas y se fue a cenar al nuevo restaurante Minimar de Portals. El puerto está rebosante, sonriente y hambriento, tanto que incluso se organizan fiestas para romper con la monotonía y aumentan las opciones para después de la cena. Está bien, el mismo lugar se oferta sin tener que coger el coche, así se empiezan los buenos negocios. El club Banderas celebraba una Beach party. Su título es obviamente en inglés, a ver si no lo van a entender... Pero el español, que es muy viu, ve una fiesta aunque esté escrita en ruso. Así, en la terraza se hablaba el idioma de Cervantes, algo evolucionado, claro.

äUnas guirnaldas, flotadores para los náufragos, manguitos cerca de la barra para que no pesen los codos; cubitos de playa a modo de velas y sillas desplegables de dominguero para mantener el ambiente. Faltaban el transistor y la paella, "acho tío, pásame unas papas". Excepto algunos camareros, forrados de pañuelos y pareos, que cumplían su papel de pirata Barbarroja a punto de invadir la última galera atracada, el resto lleva tacones a la fiesta de la playa, sin playa.

äCerca andaba uno de los mayores fans del turismo, Sebastián Escarrer, vicepresidente del grupo hotelero Sol Melià, le daba un toque de empresariado a la noche de fiesta y caras conocidas. En la terraza del Cappuccino, acompañado a modo informal por unos amigos, decidiría si sigue explorando sus Santo Domingo con sus servicios o si se expande, mejor, por Tamarindo.