El Encontre Internacional de Compositors, todo un referente en el calendario musical de Balears, un festival que reúne anualmente a músicos de vanguardia y público heterodoxo, celebra sus bodas de plata. Veinticinco años dedicados a propuestas poco convencionales, al margen de las modas, siempre arriesgadas y a menudo ignoradas, de la mano del infatigable Antoni Caimari, un nombre que va ligado al Àrea de Creació Acústica, a Búger.

Convencido de que "el arte es el motor que mueve el mundo", Antoni Caimari augura larga vida a este festival cuya filosofía se fundamenta en "proteger, ayudar y difundir la música de los compositores vivos".

Para Caimari, "el arte representa amor, equilibrio, vocación, riesgo y energía espiritual", una serie de valores que, "si se aplican a la vida", posibilitan "una sociedad mejor". Sin embargo, "la sociedad mallorquina no está preparada para esto", y como añade el promotor, "son pocos los que conciben la música como algo más que notas. La música es pensamiento", subraya.

El problema viene de lejos, pues según Caimari "no existe tradición musical en Mallorca"; y se refleja en el seguimiento de un encuentro que enarbola la bandera de la innovación en el arte. "Los que menos acuden a nuestros conciertos son los propios músicos. Del mundo del pop y del rock no viene nadie, e igual pasa con los alumnos y profesores del Conservatori. Imagínese, es como si un médico no conociera la medicina actual".

Maties Far, coordinador del Àrea de Creació Acústica de Son Bielí, agrega que el público que sigue los Encontres es "fiel y heterogéneo", y sobre todo, "con un talante de curiosidad, muy inquieto", pero lamentablemente pequeño en número.

Menor aún era en 1979, cuando se celebró la primera edición en el Saló Cultural de sa Pobla (en el actual museo) ante una veintena de personas, "la gran mayoría niños", recuerda con una sonrisa Antoni Caimari, para añadir: "Los inicios fueron muy naïf, nadie cobraba nada y todos los músicos que participaban o dormían en mi casa o en la de amigos. Aquella Mallorca, la de finales de los setenta, era un auténtico desierto cultural, más aún en música contemporánea. Nadie sabía de la existencia de este término", cuenta Caimari.

Testimonio de ello es la anécdota que relata y que sitúa en la segunda edición del certamen, celebrada en el Teatre Principal de Palma. "La comisión estaba formada por unos carcas que nos negaban darnos el teatro. Nos tildaban de gamberros comunistas y nos reprochaban que no sabíamos qué era la música. Después de amenazarles con denunciar su bloqueo a las iniciativas del pueblo, cedieron a nuestras peticiones. Al final ganamos la batalla y hoy, veinticinco años después, puede decirse que estamos consolidados a nivel internacional".

No obstante, queda mucho por hacer. "La gente está absorbida por el pasado, por Chopin, Mozart y Beethoven. De aquí no pasan, como mucho llegan a Bartók. Falta tanta educación... Muchos amantes de la música clásica desconocen lo que hizo Beethoven en su último período, en los Cuartetos, auténtica música contemporánea".

En cualquier caso, Caimari y el resto de integrantes de su equipo pueden presumir de un festival de música contemporánea que es el segundo en longevidad del Estado español, sólo superado por el Ensems de Valencia, impulsado por Llorenç Barber, músico valenciano que animó a Caimari a poner en marcha su ansiado proyecto.

"Confieso que al comienzo nada hacía presagiar que ese mago transfigurador que Caimari lleva bajo su piel de pastor de sones y seres pudiera arrancar de cuajo tanta desidia e indolencia como era perceptible en el archipiélago-balneario en el que había crecido", escribe en el libreto del 25 Encontre el propio Llorenç Barber.

Pero los cumpleaños son flor de un día y el festival, que este año se celebra entre julio y noviembre -mes en el que se homenajeará a Caimari, en el Solleric y el Teatre de Manacor-, no deja de mirar al futuro y suspira por un incremento de su presupuesto, "algo corto, unos doce millones de las antiguas pesetas".