Una hora da para mucho. Con esa sensación debieron de quedarse las más de doscientas personas que, ayer por la noche, asistieron al Centre Cultural La Misericòrdia para presenciar un desfile cargado de Alta tensión. Los alumnos de la Escuela de Disseny i Art (EDA) mostraron sus colecciones a un público entregado y que disfrutó con las que, sin duda, serán las futuras promesas de la moda balear.

La presencia del diseñador más internacional de Mallorca, Miquel Adrover, entre bambalinas aumentó los nervios de los diez participantes que, minutos antes de comenzar la función, corrían de un lado para otro ultimando detalles. Tirantes, cremalleras y zapatos buscaban un dueño entre los más de setenta modelos que apresurados, se disponían a salir a la pasarela instalada para la ocasión en el Pati de La Misericòrdia. Las obras en el centro cultural no impidieron que una gran proyección, ilustrara las colecciones.

Poco después de las diez, el escenario se llenó con la frescura de los tejidos de punto de Laia Guerrero, con los "hombres muy hombres" de esa España Cañí de Quim González y el Eterno Retorno de Manisha y Hristina Milanova.

Tras los diseñadores profesionales llegó el turno de los noveles. Sobre la pasarela, colores mediterráneos, tejidos variados y mucha imaginación. Marian Montserrat puso el acento a la violencia doméstica con piezas que tapaban las heridas de las mujeres; Aina Llobera se centró en la separación de la pareja con su colección Divorce. Muy aplaudida fue la propuesta de Clio Carles con sus marcadas referencias a Alexander MacQueen y la pintura de Lucian Freud. Leonor González, Priya Mirchandani, Violeta Sarmentero, Maria Roselló y Maria Calafat analizaron la actualidad y apostaron por colores neutros y muy mediterráneos.

Pero fue Lara Cabau la que cautivó al jurado que le otorgó el premio Balear Jove a la mejor colección novel. En Immensurable, creaciones inspiradas en el mar, la joven alumna de EDA ofreció piezas a base de tela de viejas velas de barco, un género rígido y fuerte cuyo color principal, el blanco, se combinaba con el azul y el rojo, en faldas y transparencias.

Zapatos imposibles en el que se incrustaban galletas Quely o joyas con plumas de pavo real pusieron el broche de oro a una velada cargada de magia, buena música y sobre todo, diseño.