El verdugo, una de las mejores películas de Luis García Berlanga y uno de los títulos esenciales de la cinematografía española, vuelve al cine gracias al director Toni Bestard, que ha elegido a uno de los protagonistas de esta cinta, el mallorquín Joan Ferrer Ramis, como eje central de su nuevo cortometraje, el documental titulado El anónimo Caronte.

El largometraje El verdugo, "posiblemente una de las mejores películas de la historia del cine", en opinión de Bestard, "con un rodaje y una interpretación sobresalientes", fue rodado en 1963 con Nino Manfredi, Emma Penella y Pepe Isbert como actores principales. La primera mitad de la cinta fue filmada en Madrid, y para la parte final se eligió Mallorca como escenario, en concreto el Puerto Marítimo de Palma, Can Barbarà y las Cuevas del Drach.

La mitomanía que padece Bestard, que ya acudió a otra leyenda, en este caso de la música (Jimi Hendrix), para dar forma a su corto Niño Vudú, le llevó hasta el tándem Azcona-Berlanga, hasta que se encontró con Joan Ferrer Ramis, oriundo de Ariany, el elegido para encarnar al Guardia Civil que se encarga de buscar al verdugo de entre el público de las cuevas.

"Aquella escena es una de las más recordadas de El verdugo, por su expresionismo, una imagen, la del verdugo alejándose en la embarcación escoltado por los guardias, adentrándose lentamente en la oscuridad de la cueva, que nos remite al mito del barquero Caronte", explica Bestard.

"En la mitología clásica -añade el director-, Caronte era una de las divinidades del mundo subterráneo, con la misión de conducir la barca fúnebre que trasladaba a los difuntos desde el mundo de los vivos hasta el de los muertos. El moderno barquero, irónicamente representado en la figura de un Guardia Civil, traslada al verdugo desde la luz (la Mallorca del turismo) hacia la oscuridad (la ejecución de un condenado, sinónimo de una España rancia e intransigente".

Bestard lo tuvo claro: quería un documental sobre aquel actor mallorquín, el único, junto a Xesc Forteza, que tuvo un pequeño papel en aquella fascinante comedia negra. Y lo encontró, en Ariany, con 79 años, presumiendo de haber participado en una película emblemática. "Su aparición en pantalla apenas era de tres minutos, con unas cuantas líneas de diálogo, pero protagonizó una de las escenas más bellas y tenebrosas de la historia del cine", asegura el director.

En El anónimo Caronte, Bestard descubre aquellos días de rodaje en boca de este actor amateur, una de las personas "más activas y queridas" de Ariany a quien El verdugo "le cambió la vida".

"De Joan Ferrer me ha atrapado su humanidad", confiesa el director, que ha presentado la cinta a los premios Goya, en la categoría de Cortometraje Documental. Una película que podrá verse a finales de octubre en Mallorca, con dos pases, uno en Ariany y otro en el Centre de Cultura Sa Nostra.

Bestard, que suma 95 premios en total, obtenidos en diversos festivales, 30 de ellos con su último trabajo Equipajes, se ha trasladado con El anónimo Caronte de la ficción al documental, un género que le resta estrés y le da mayor "libertad de movimiento y estímulos".

Prolífico en su trabajo, ya prepara el que será su siguiente trabajo, El perfecto desconocido, su primer largometraje, "la historia de un extranjero que llega a una aldea mallorquina y que involuntariamente cambiará la vida de sus gentes", aunque materializar este proyecto dependerá del apoyo que le den las instituciones de Balears, "la comunidad que menos dinero destina a este arte", lamenta. "El cine balear es una realidad, pero hace falta un empuje institucional que de momento no existe".