Estos días, la bahía de Palma presenta la estampa más innovadora en yates. Flotan sobre las aguas miles de millones de euros. El reclamo de la Superyacht Cup -que se celebrará este domingo- reúne lo más granado en este tipo de embarcaciones y, entre ellas, una con nombre de película, Maltese Falcon cuya estampa no pasa desapercibida. Sus tres mástiles rotatorios con las vergas inclinadas y un sistema de vela que sale del propio palo muestran un culto al diseño más puntero. Entre el equipo encargado de la parte más llamativa del yate, Toni Sard, un ingeniero naval mallorquín que supervisó la construcción del mismo durante dos años y nueve meses en Estambul. El propietario de la embarcación, Tom Perkins, un multimillonario norteamericano -formó parte de la cúpula de la Hewlett-Packard antes de dejar la empresa informática debido al escándalo de espionaje- observaba minuciosamente los detalles de su construcción.

Sard es, junto al capitán Chris Gartner, uno de los veteranos que pueden contar la historia del yate de lujo, ya que la tripulación de dieciocho personas del Maltese Falcon ha ido variando conforme ha ido creándose.

La conexión mallorquina de uno de los veleros más llamativos de los últimos años no acaba con este ingeniero mallorquín, ya que inicialmente una empresa, Carbospars, radicada en Llucmajor, iba a encargarse de hacer los mástiles. Fue ahí donde contactaron con Sard.

"El barco responde a la petición de Tom Perkins. Se le presentaron tres tipos de jarcias y él eligió el sistema más moderno, el dyna rig. No se sabía si funcionaría este invento de un alemán, hecho cuarenta años atrás. Perkins compró la patente y el diseñador naval del barco, Gerard Dijikstra encargó varios mástiles a la compañía Carlospars", relata Sard. Él fue director de producción de la compañía. Acabó siendo reclamado para la construcción del Maltese Falcon.

Especialista en probar materiales compuestos y en su aplicación a estructuras navales, Toni Sard define su trabajo en Estambul como el de "un eslabón entre el equipo de ingenieros y los operarios en los astilleros turcos". Cualquier detalle acerca de los procesos de construcción de los mástiles -están hechos con fibra de carbono- fue su responsabilidad. Para ello, no tuvo más remedio que aprender turco.

Este yate de lujo, que con una eslora de 88 metros lo sitúa en el número uno en la lista de las embarcaciones privadas de mayor longitud, cuenta con un volumen de vela de 2.400 metros cuadrados. A su flamante aspecto interior le va a la zaga la decoración del interior, revestido con materiales suntuarios como piel, ébano, mármoles diversos, sin faltar las obras de arte contemporáneo en el camarote privado de Perkins. Éste no ha tenido inconveniente en probar si su inversión ha valido la pena y desde los últimos diez meses, momento en que fue botado, ya ha participado en regatas que le han permitido copar las primeras posiciones. Además, cualquiera que pueda permitirse pagar 450.000 dólares a la semana puede alquilar el Maltese Falcon. Tras la regata de este domingo, el yate surcará rumbo hacia Valencia para presenciar la final de la Copa de América. Toni Sard, a sus 31 años, mira con orgullo a lo alto. Recuerda a Mark Branagh, Javier Estarellas, Javier Castro y Germán Olariaga, compañeros del principio de una historia digna de Hamett.