Los conductores que desde este martes circulen por las carreteras convencionales o secundarias que tenían un límite máximo de velocidad de 100 hkm/h tendrán que levantar el pie del acelerador, porque ya ha entrado en vigor la reducción del límite a los 90 km/h.

Ya se han cambiado las señales de tráfico -2.790 con un coste de 650.000 euros en el caso de las carreteras de titularidad estatal- para que los conductores respeten los nuevos límites, con los que la Dirección General de Tráfico (DGT) quiere reducir en un 10 por ciento las víctimas mortales en estas vías.

Se trata de la primera medida de las que la DGT ha diseñado para frenar el repunte de la siniestralidad vial.

Y con ella se quiere colocar a España junto a los otros quince países europeos que ya tienen establecida una velocidad máxima de 90 km/h en su red secundaria o convencional.

La medida obligará a motos y turismos a circular a una velocidad máxima de 90 km/h independientemente del ancho del arcén.

Esta norma afecta también a autobuses y vehículos mixtos adaptables, si bien en el caso de los primeros, y a pesar de que tienen una baja tasa de accidentalidad, no podrán circular a más de 80 km/h los que no dispongan de cinturones de seguridad.

Además, el decreto que hace un mes aprobó el Gobierno fija en un máximo de 80 km/h la velocidad en las carreteras convencionales para camiones, tractocamiones, furgonetas, autocaravanas con un masa máxima autorizada superior a 3.500 kilos, vehículos articulados y automóviles con remolque.