P ¿Viajar implica desplazarse?
R Hay una tradición muy interesante de viajes inmóviles y mentales, pero el viaje como desplazamiento físico es el más importante y el más obvio. Aunque para que sea auténtico implica, también, un desplazamiento interior, psicológico y emocional.
P ¿De dónde viene este interés?
R Creo que, por una parte, de mi consciencia de ser hijo de inmigrantes andaluces en Cataluña; y, por otra parte, por la intención de ampliar los horizontes de mi familia, porque no viajábamos. Nos íbamos con el coche y nos instalábamos en un apartamento. No hacíamos turismo, mis padres no tenían esta necesidad. En cambio yo desde que cumplí 18 años y me fui con unos amigos a Inglaterra no he dejado de viajar y, de manera inconsciente, intentar ampliar los horizontes de la familia y el origen.
P ¿Un viajero y un turista son lo mismo?
R Diría que no hay diferencia real entre el viajero y el turista. La diferencia es una ficción de clase que se codificó, seguramente, hacia el siglo XIX cuando el viaje era algo aristocrático. Y estos tuvieron que asimilar la emergencia de la burguesía, que quiso convertir en un patrimonio común y democrático el derecho a viajar. Así, los aristocráticos inventaron la figura de la persona que hace un tour, que no es un viajero sino un turista. Hoy en día todos somos viajeros y turistas. La diferencia es más una actitud mental e interior.
P Quizá el expandir horizontes desde tan joven le hizo convertirse en alguien con múltiples intereses.
R Empecé a viajar muy joven y creo que es justamente por eso que mi visión del mundo es muy expandida. Entiendo que todo es migración, hibridación, mestizaje y que por tanto no hay un arte puro o una literatura pura. De hecho, la literatura más literaria, la pintura más pictórica o el cine más cinematográfico son menos interesantes que los lenguajes artísticos abiertos y experimentales que encuentran nueva vías de expresión. Una forma de expresarse que se basa en los tópicos es más reconocible, identificable y, para mí, menos interesante.
P ¿Qué autores actuales reúnen estas características?
R Muchos€ Ahora estoy escribiendo un artículo sobre Isaki Lacuesta a partir de su última película, Entre dos aguas, y las dos exposiciones que tiene en Cataluña de videoarte. Me interesa este tipo de cine abierto que dialoga con todas las pantallas. También acabo de leer los dos últimos cómics de Pablo Auladell. Sus novelas gráficas me parecen muy interesantes, son muy pictóricas. Es este tipo de poética y de obra el que me gusta.
P Las series son otro de tus grandes intereses. ¿Qué opina de su auge?
R Cualquier lenguaje o expresión narrativa tiene derecho a la multiplicación. A nadie se le ocurre decir que hay demasiada literatura o cine en el mundo. Se cuestiona el tema de las series porque su multiplicación ha sido muy rápida. Lo que me preocupa es que haya poca experimentación, espero que con el tiempo surjan productoras y plataformas más pequeñas que apuesten por series más alternativas y vanguardistas.
P ¿Siempre se fija en lo que no se ve?
R Diría que este es el deber de un escritor o un creador. Tiene que encontrar y hacer visibles temas, cuestiones y preguntas que no son obvias. Ya hace siete años que publiqué Teleshakespeare, porque me parecía que las series eran un fenómeno cultural importante y los escritores y críticos no estaban hablando de ello. Lo mismo pasó con Librerías. Cuando lo escribí no había casi bibliografía sobre historia de las librerías. La moda vino después. Y hasta que publiqué Barcelona. Libro de los pasajes, tampoco había nada que hablara sobre este tema con voluntad literaria. El deber de un escritor es narrar y pensar aquello que no ha sido narrado ni pensado antes, en lugar de ser redundante y sumarse a las modas. Al contrario, debe crear y buscar sus propios espacios y hacer visibles sus propios temas.
