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Crítica de teatro

Montarse la película

Confluyen desde hace unos años en la escena teatral madrileña autores empeñados en derribar tópicos y vicios del pasado más o menos reciente. Han aireado las salas de siempre, les han dado forma o directamente las han creado. Contaminada de las imprescindibles referencias marplatenses (Daulte, Veronese, Tolcachir?) se puede hablar de una corriente de dramaturgos, directoras e intérpretes que cuidan la palabra sobre todas las cosas y que cuentan historias con naturalismo y poesía, al mismo tiempo. Pablo Remón es uno de los máximos exponentes de ese colectivo sin nombre ni etiqueta. Viene del cine y en El tratamiento destripa algunas de las miserias de ese mundo: la frustración de los creadores ante las reglas de la industria, la competencia feroz o el precio que impone la comercialidad.

Se habla de cine y se habla de vida, de una trayectoria personal donde también hay tratamiento - el resumen de lo que luego se convertirá en un guion - y ensayos fallidos y películas a medio acabar, y metáforas también. Y se narra y se interpreta con esa agilidad marca de la casa - la que pudimos disfrutar en 40 años de paz (La exhibió el Principal el año pasado) - con ingenio y humor, para ir destapando capas y revelando desenlaces.

En ese tránsito hay un valle, un desajuste de ritmo, que sucede con la obra bastante avanzada, cuando parece que todo va a terminar; pero luego vuelve a despegar la trama, y avanza hacia un final que deja el regusto agridulce de las buenas piezas. Queremos más teatro como este, queremos más Remón.

El Tratamiento

Teatre Principal

***½

Texto y dirección: Pablo Remón

Intérpretes: Ana Alonso, Aura Garrido, Francisco Carril, Francisco Reyes y Emilio Tomé.

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