En una época en la que todos los jóvenes se pasan horas y horas delante del móvil metidos en las redes sociales y en las diferentes aplicaciones, los padres realizan esfuerzos por entender esas nuevas tecnologías que les permitan comunicarse con sus hijos también a través de esos métodos digitales.

Sin embargo, en ocasiones les cuesta comprender las nuevas formas de escribir y comunicarse, o incluso se da una simple mala interpretación. Otras, son los hijos los que piensan que a través de WhatsApp pueden engañar a los padres, pero su experiencia hace que esas mentiras no cuelen.

Todo ello hace que se produzcan conversaciones muy divertidas que nos hacen reír a carcajadas. Estos son algunos ejemplos curiosos:

En la primera conversación, el hijo intenta sacar algo de su madre escribiéndole una frase que, seguramente, no le hubiera dicho en persona. La madre no traga.

En la segunda, los jóvenes están acostumbrados a simplificar las palabras -algunas demasiado- llegando al punto de utilizar sólo la primera letra de cada palabra dentro de una misma frase. Demasiado para la madre.

El padre escribe un mensaje a la hija en el primer chat para avisarle de que se ha dejado el móvil en casa. Imposible que la hija, que no está en la vivienda, pueda leerlo.

En el segundo chat, el padre se mofa del miedo que la hija tiene a una polilla. ¿Le habrá hecho gracia a la hija?

En el primer diálogo, la madre quiere aprender a usar Twitter y se lo quiere contar a su hijo. Lamentablemente, aún le queda mucho por aprender.

En el segundo, a la madre le gusta el Doodle básico. Lo que no sabe es que, quien lo cambia, son los responsables de Google y no su hijo a través del ordenador. Le queda mucho por conocer sobre Internet.

La madre ya tiene móvil nuevo en el primer chat, pero le conviene dejarse enseñar, porque todavía no sabe ni utilizar el teclado.

La madre pregunta al hijo en el segundo por las tareas y obligaciones que le ha mandado hacer, a lo que el hijo 'se hace el loco'. Al final, se ve obligada a una pequeña mentira para captar su atención.

En la primera conversación, la madre ya está en un grupo creado para los miembros de la familia. Cuando ve que su marido y el hijo "han entrado" se pregunta qué debe hacer para estar ella también.

En la segunda, la madre ha aprendido a mandar mensajes y le ha gustado. Quién no ha vivió esos momentos en los que la madre atosiga al hijo con numerosas preguntas seguidas.