Nos desplazamos hasta las oficinas de Take-Two para probar de primera mano y en exclusiva Max Payne 3, el juego de acción en tercera persona de Rockstar Games que recoge directamente el legado de Remedy sobre una fórmula que respeta con escrupulosidad exquisita la receta heredada del estudio finés. La espera ha sido especialmente larga y conlleva algunas variaciones en la apariencia física de un personaje que aun con todo ha madurado en términos razonables, ya que el diseño final guarda reminiscencias evidentes con respecto a la serie original.

Empeñada en reforzar su imagen de compañía enferma por el detalle, la definición y la astucia, argumental, Rockstar Games ha elaborado una obra madura dotada de una violencia intrínseca que destila tanta potencia plástica que es imposible no pararse a contemplar el formato. La fórmula no es solo cruel con el primer personaje extraído de un videojuego con motivaciones personales severas y auto-destructivas, también lo es con el jugador. Aquí una velocidad desmedida o la falta de la convicción suficiente a la hora de afrontar una escena se paga con la muerte. Tanto es así, que el equipo de desarrollo ha logrado repercutir sobre el jugador los temores más oscuros del personaje, nada menos que un auténtico icono de la cultura pop, que ya es decir mucho, convirtiéndolo en algo orgánico mientras graba a fuego en la conciencia del jugador la sensación de aportar algo al desarrollo de una historia tan dura que no permite ni una sola concesión al perdón o la redención.

Bajada a los infiernos

Max Payne es un personaje fantástico, un icono irrepetible que transita entre sus pecados, y sus adicciones; un buen policía atrapado en una vorágine de culpabilidad constante. Las dos entregas publicadas hasta el momento nos han transportado a una Nueva York desolada y llena de violencia. Sin embargo el sentido del honor de Max Payne, bastante alejado de lo que marcan las leyes, nos ha llevado sin ningún tipo de pudor de un extremo a otro de lo que a simple vista se podría confundir con una cruel y lúgubre pesadilla. Hasta ahora los callejones cubiertos de nieve de Nueva York han brindado el marco perfecto a nuestro célebre policía, pero su tercer episodio nos llevará a descubrir un nuevo contexto, pues Max abandonará la Gran Manzana buscando una nueva oportunidad en Sao Paulo, Brasil. Algo que al parecer tampoco le está permitido, ya que por suerte o justicia poética los antihéroes no merecen ni el perdón ni la gracia de la quietud emocional.

Un encargo de trabajo para una compañía de seguridad privada, algo relativamente sencillo ofrecido por Raul Passos, ex compañero de la academia de policía de Max, será la excusa perfecta para que nuestro antihéroe ponga tierra de por medio en un vano intento de terminar con el torbellino de alcohol, drogas y remordimientos en el que se ha visto envuelto en episodios anteriores. Este cambio de escenario trasladará a nuestro protagonista hasta Sao Paolo para trabajar como miembro de seguridad de Rodrigo Branco, un reconocido y corrupto empresario local. El cometido de Max en tierras brasileñas es un trabajo aparentemente sencillo: proteger a la familia del empresario incluida la vida de sus dos hermanos menores: Víctor un político corrupto y Marcelo un singular vividor con mucho acierto con las mujeres. La aparente tranquilidad en la nueva situación de Max se verá quebrada cuando la mujer del empresario, Fabiana, es secuestrada por una banda de mafiosos denominada Comando Sombra. A partir de este momento Max emprende un viaje directo hasta lo más profundo del infierno.

El inventor del Bullet Time

La sesión privada que nos tenía preparada Rockstar Games, independientemente del formidable ambiente de la íntima presentación, nos ha permitido conocer mucho de la intención de la desarrolladora: la creación de un exigente juego de acción narrado a ritmo cinematográfico. Ya hace ocho años desde que se estrenó el segundo capítulo de la serie y durante todo este tiempo el equipo encargado de la producción se ha movido entre la recolección de información de la ciudad de Sao Paulo, con el fin de representar la ciudad de la manera más fidedigna posible y la determinación de desarrollar una estructura de juego lineal acorde con el código genético de la marca.

En Max Payne 3 la jugabilidad permite a través de un apartado técnico asombroso, donde además la física tiene un papel determinante y las armas funcionan mediante sus mecánismos naturales, como percutores, muelles, cargadores, peso, etc., que los tiempos de reacción y los instintos de Max se conviertan en algo visceral, una rica esencia pobremente experimentada con un mando de consola, ya que sus movimientos, su manejo y el dominio de las armas de fuego serán lo que realmente haga destacar a la ambiciosa producción. En esta tercera entrega se podrá elegir entre una enorme variedad de armas basadas y diseñadas a partir de algunas de las más populares, y será posible portar dos armas cortas para usar por separado o en combinaciones dobles, es decir, dos pistolas, una pistola y uno o dos subfusiles, y un arma larga que podrá ser utilizada sola, como la escopeta, rifle de asalto, ametralladora, etc.; sin olvidarnos de los siempre socorridos explosivos. De hecho, Rockstar ha optado por un realismo guionizado donde el armamento se presenta absolutamente natural. Sin ningún tipo de esfuerzo podrás ver el percutor trabajando y los casquillos expulsados a fuego; tanto que las balas se presentan como elementos físicamente convincentes con su propia trayectoria desde que se percute el gatillo hasta que impactan en el blanco con evidentes consecuencias.

Las secuencias de acción han sido diseñadas para ofrecer la evolución interactiva de las películas de acción de corte oriental, en las que las constantes lluvias de balas no parecen terminar nunca aunque el protagonista se quede sin munición y arroje sus armas, ya que las recoge de entre los muertos, algo que no fallará a lo largo de la aventura. Además, Max Payne 3 será primer título de la serie con un sistema de cobertura dedicado, desde donde se podrán realizar disparos ciegos sobre los oponentes o resolver la situación con un Bullet Time, preferiblemente desde una posición óptima para coger a los enemigos por sorpresa, claro que como os adelantábamos, esto no siempre será tan sencillo, ya que nuestras coberturas, gracias a un sobresaliente sistema de impactos, serán completamente destruidas por el fuego enemigo, lo que nos obligará a movernos de forma constante.

Un firme candidato a juego del año

Nada más comenzar con la prueba y con solo poner las manos sobre el nuevo Max Payne percibes la potencia de este nuevo Max, de hecho hasta parece más alto, al parecer por los planos de cámara. Aun con todo, Rockstar Games parece haber recogido lo mejor de la serie para ofrecer una experiencia que nos ha dejado placentero sabor de boca y sobre todo, unas ganas tremendas de ponerle la mano encima definitivamente.