En estos momentos tengo ante mis ojos un artículo que hace referencia a una investigación que ha llevado a cabo Sanidad, entre un grupo de adolescentes, y revela que un 25% mantiene relaciones sexuales, y la mitad de ellas no utiliza ningún anticonceptivo. Pero, cuando lo hacen, el «coitus interruptus» es el método elegido ¿Y dónde estará la causa de este desbarajuste?, me pregunto. ¿Influirá, quizás, el que la información esté centrada en excesivos datos y tecnicismos y se olvide de la dimensión profunda del acto amoroso, que va más allá del contacto físico y del mero placer orgásmico?

Porque –creo que en esto la mayoría estamos de acuerdo– la relación sexual implica el encuentro de dos seres que se unen y expresan su afecto en la más amplia extensión de la palabra: física, psicológica, espiritual y cultural. Pero, claro, hablo de comunicación interpersonal y aquí es donde fallamos y nos complicamos mucho la vida.

¿Y cómo vamos a enseñar, si no predicamos con el ejemplo?

Y es que en esta sociedad consumista, repleta de noticias sensacionalistas, de sexo de consumo, de «crónica rosa», con modelos de identidad pobres y poco sólidos; en este mundo en el que se exaltan los «antivalores» y la creencia de que todo es válido, ¡qué difícil resulta poner orden! Pero hay que intentarlo. Porque la educación es lo que nos da libertad al permitirnos elegir. Tarea harto difícil, la de educar. Y si se trata de asuntos sexuales, no digamos. Porque el sexo es una gran pulsión del ser humano que no se debe reprimir ni trivializar.

Pero sí controlar, situándolo en el contexto adecuado y que va más allá de lo puramente físico.Y para ello hay que educar el deseo y aprender a gobernar los impulsos; en caso contrario, el deseo se impone sobre la voluntad y la persona busca inmediatez... y sufre... y entra en un estado de ansiedad....

Y se complica la vida. Dicen los psiquiatras que una buena educación, basada en los verdaderos valores humanos –amor, responsabilidad, autodisciplina, integridad, respeto, honradez, alegría, gratitud...–, va a ser fundamental para el desarrollo de la personalidad y lo que nos va a permitir ordenar los impulsos y mantenerlos bajo control. Y una vez que impregnamos bien este amplio concepto en todas las células de nuestro ser, y lo vivimos, ya estamos capacitados para enseñarlo. Difícil, sí, pero, según los expertos, es posible.