Un reciente estudio situaba a España en los primeros puestos de la clasificación mundial de países donde más habitual es pasar por la ducha. Concretamente, los españoles nos ponemos bajo el chorro del agua una media de 6,8 veces a la semana. Y es que en nuestro país se acepta de forma generalizada que lo ideal es ducharse una vez al día. Sin embargo, ¿es realmente así?

Los expertos no lo tienen tan claro. Y es que son varios los estudios científicos que han puesto de manifiesto que ducharse a diario puede implicar riesgos no deseados para nuestra salud. Lógicamente, la cantidad de veces que hay que pasar por la ducha depende de factores diversos, como nuestro nivel de actividad física, el clima del entorno en el que nos movemos, nuestra edad, la estación del año en la que nos encontramos o las propias características de nuestro organismo. No obstante, un reciente estudio publicado por la revista Time concluía tras escuchar la opinión de varios expertos que es suficiente con pasar por la ducha entre una y dos veces por semana.

Ducharse a diario responde más a cuestiones estéticas y de convención social que higiénicas. Y es que según estas investigaciones médicas, bañarse en exceso puede llegar a ser perjudicial. En este sentido, asearse demasiado puede debilitar nuestro sistema inmunológico, ya que se eliminan algunas bacterias necesarias para el organismo y en cambio se multiplica la presencia de gérmenes y microorganismos que atacan la piel, además de secar y agrietar la epidermis.

Los dermatólogos, además, recuerdan que la capa córnea -la más externa de nuestra piel, y que cumple una importante función protectora- puede verse afectada negativamente por el exceso de agua y el uso indiscriminado de jabones, ya que se elimina grasa de de forma natural está presente en nuestra epidermis.

Los expertos recomiendan que si se opta por pasar a diario bajo la ducha, se limite el uso de productos químicos como los jabones para no recurrir a ellos cada vez que nos ponemos debajo del agua. Así destacan que no es necesario enjabonarse siempre todo el cuerpo, sino que es suficiente con hacerlo en aquellas zonas concretas de nuestro cuerpo en las que se producen secreciones de olor más fuerte: axilas, genitales, pies, las ingles... Para el resto de zonas, el paso del agua sin jabón es suficiente para asearnos.

En cambio, los expertos sí insisten en la necesidad de lavar a conciencia las manos y lavar la ropa, ya que es donde se acumula una mayor cantidad de células muertas y suciedad.

Sobre el tipo de jabones más recomendables, los expertos optan por los que tienen un PH neutro y con bajo contenido en detergente. Además, recomiendan no abusar de los exfoliantes. Otra cuestión importante se refiere a la temperatura del agua, que no debe ser muy caliente para evitar resecar la piel, provocar flacidez y afectar la circulación de la sangre.

También debemos limitar el tiempo que pasamos debajo del chorro del agua y debemos renovar periódicamente la esponja, un foco de propagación de bacterias. Por último, no debemos olvidar tampoco secarnos correctamente todas las partes de nuestro cuerpo para evitar que los restos de humedad propicien la aparición de hongos.