La práctica de meditación consciente o 'mindfulness' es una técnica que parte de la observación del propio contenido mental para reconocer cada pensamiento, sentimiento o sensación con el objetivo de aceptarlos sin juzgarlos, con el objetivo de cambiar nuestra relación con esos pensamientos que pueden afectarnos.

Según expertos, la práctica de minfulness disminuye la ansiedad, depresión y el enfado y aumenta la alegría, satisfacción y los sentimientos de gratitud. Esta técnica también está indicada para problemas como el trastorno obsesivo compulsivo, el de conducta alimentaria y el de la personalidad.

Además, permite mejorar la calidad del sueño de los adultos mayores con trastornos del sueño moderados, según se desprende de en un ensayo clínico que compara la meditación con un programa más estructurado centrado en el cambio de hábitos de insomnio y establecer una rutina antes de acostarse, según un artículo publicado en la edición digital de 'Archives of Internal Medicine'.

Se estima que el 50 por ciento de las personas de 55 años o mayores tienen algún tipo de problema de sueño. Los trastornos del sueño moderados en los adultos mayores están asociados con mayores niveles de fatiga, estado de ánimo alterado, síntomas depresivos y una reducción de la calidad de vida, según con el fondo del estudio.

El investigador principal, David S. Black, de la Universidad del Sur de California, Los Ángeles, Estados Unidos, y coautores llevaron a cabo un pequeño ensayo clínico en Los Ángeles en 2012 y su análisis incluyeron a 49 individuos (con una media de 66 años).

Pequeña investigación

El ensayo incluyó a 24 personas que participaron en prácticas estandarizadas de meditación consciente (MAP, por sus siglas en inglés) y 25 individuos que participaron en una intervención basada en educación para la higiene del sueño (SHE, por sus siglas en inglés). Las diferencias entre los grupos se midieron utilizando el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh (PSQI, por sus siglas en inglés), un cuestionario ampliamente utilizado de trastornos del sueño.

Los participantes en el grupo MAP mostraron una mejora con respecto a los del grupo de SHE, con puntuaciones medias PSQI de 10,2 al inicio y 7,4 después de la intervención, frente al paso de 10,2 puntos al inicio y 9,1 después de la intervención, respectivamente. El grupo MAP también mostró una mejoría con respecto al grupo SHE en mediciones secundarias sobre los síntomas del insomnio, los síntomas de la depresión, la interferencia en la fatiga y la gravedad de la fatiga. Sin embargo, no se observaron diferencias entre los grupos para la ansiedad, el estrés o la señalización inflamatoria, que se redujo en ambos grupos a lo largo del tiempo.