¿Quién no ha sufrido alguna vez hipo? Este incómodo compañero de viaje que casi siempre aparece sin razón aparente y desaparece de la misma manera genera a menudo sentimientos contrapuestos. A veces el hipo provoca risas, otras ansiedad -te imaginas padecerlo durante una entrevista de trabajo, por ejemplo-, pero casi nunca nos deja indiferentes. Si no lo sufrimos nos olvidamos de él, pero cuando hace acto de presencia suele surgir casi siempre las mismas preguntas: ¿por qué tengo hipo? ¿y ahora cómo puedo quitarlo? En estas líneas te daremos algunas claves para dar respuestas a estas preguntas sobre el hipo.

El hipo se origina por una respiración súbita del aire provocada por la contracción espasmódica, involuntaria y generalmente repetitiva del diafragma y los músculos intercostales. La contracción del diafragma, un músculo fundamental -sin él nos resultaría imposible respirar- es la que genera el extraño ruido y presión que sentimos cuando tenemos hipo. La contracción y relajación del diafragma está controlada por el llamado nervio frénico. Sin embargo, cuando este órgano envía sus impulsos de forma equivocada, entonces el diafragma se contrae repentinamente y causa una inspiración súbita anormal y también provoca que la glotis se cierre. Así es que como surge el hipo.

Aunque como decíamos el hipo a menudo surge de forma totalmente imprevisible, en otras ocasiones hay razones que causan el funcionamiento anómalo del nervio frénico. Entre ellas, podemos citar el comer en grandes cantidades o de forma muy rápida -especialmente determinados tipos de alimentos, como por ejemplo el pan-, la distensión gástrica por aerofagia, el consumo de bebidas con gas, el abuso del alcohol o la ansiedad.

Afortunadamente, en muchos casos el hipo solo dura durante unos pocos minutos, pese a que se han dado casos persistentes en el que se ha alargado durante días e incluso semanas. Estos últimos casos extremos son los causados por el hipo persistente -más de 48 horas-, que a menudo requieren la intervención de profesionales médicos para ser tratados y para conocer las causas de su origen. En estos casos de hipo persistente, se asume que se trata de una enfermedad y se relaciona con algún tipo de afección del nervio frénico.

En el caso del hipo agudo -el más habitual- se sabe qué es lo que lo causa, pero no por qué lo causa. Para algunos, se trata de un fenómeno relacionado con causas de tipo evolutivas y su conservación con respecto a antepasados primitivos relacionados con la respiración fuera y dentro del agua (ranas o anfibios), aunque no existe un gran acuerdo entre la comunidad científica y médica sobre esta hipótesis. Otro argumento señala que el hipo sería la reacción mediante la cual el cuerpo nos transmitiría el mensaje de que dejemos de comer tanto para poder procesar todos los alimentos de forma adecuada.

Cuando no se trata de casos severos como el hipo de larga duración, existen una serie de ´remedios caseros´ que pueden ayudarnos a quitar este molesto compañero de viaje, aunque debemos aclarar que los resultados no están al 100% garantizados.

Dejar de respirar. Parar la respiración durante periodos de unos 15 segundos sirve muchas veces para que la glotis se vuelva a abrir y el hipo desaparezca.

Recibir un susto. Cuando nos sorprenden con un susto interrumpimos de forma momentánea la respiración y entonces la frecuencia respiratoria se vuelve a normalizar, provocando en ocasiones la desaparición del hipo.

Respirar profundamente y pausadamente. Esta solución también nos permitirá la normalización de las contracciones súbitas del diafragma y hará que la respiración se armonice de nuevo.

Comprimir el diafragma. Esta solución consiste en ejercer una fuerza sobre el diafragma controlando los impulsos de contracción y relajación que actúan sobre él.

Realizar un masaje en el punto de unión entre la clavícula y el esternón. En esta zona es donde discurren los dos nervios frénicos que nacen de la médula espinal y que son causantes del hipo.

Colocar un objeto caliente o frío sobre el estómago. Esta parte de nuestro cuerpo es muy sensible a los cambios de temperatura, por lo que al colocar un objeto caliente o frío sobre esta zona provocaremos una alteración de la frecuencia respiratoria que hará que el hipo desaparezca.

Beber un vaso al revés. Esta solución para quitar el hipo no es efectiva. Se trata de un falso mito, aunque es posible que a algunos les haya funcionado porque al ingerir un líquido al revés se deja de respirar momentáneamente y se reinicia posteriormente el ciclo respiratorio. Pero esto, nada tiene que ver con el hecho de beber un vaso al revés.

Tomar azúcar. Ingerir este producto producirá una "sobrecarga" en las terminales nerviosas de la lengua y nos ayudará a quitar el hipo.

Taparse los oídos. A algunas personas este remedio les funciona, ya que las terminaciones del nervio frénico entran en acción para estimular las terminaciones nerviosas del oído.

Beber agua o hacer gárgaras. Esta solución también nos ayudará a normalizar el ciclo respiratorio y a poner fin al hipo.

Masticar lentamente algún alimento. Esta acción también nos permitirá normalizar nuestra respiración y quitar el hipo.

Respirar dentro de una bolsa. Este remedio también se ha constatado que puede ser una buena solución para acabar con el hipo.