El traqueteo del tren, el roce de la ropa o la vibración del móvil en el bolsillo les produce una excitación sexual espontánea que les lleva a un bucle de orgasmos sin desearlo. Son los pacientes que sufren el síndrome de excitación sexual persistente -un millar en todo el mundo-, un trastorno cuya causa se desconoce y que limita la vida de quien lo padece. Expertos sostienen que la mayoría acaba con tratamiento psiquiátrico por la angustia a que les pase en público y por la incomprensión de la gente.

Los afectados por este síndrome se excitan sin desearlo y pueden llegar a tener orgasmos que duran varias horas o incluso encadenar uno tras otro hasta superar el centenar en un solo día. Son los pacientes que sufren el síndrome de excitación sexual persistente.

"La mayoría precisa tratamiento psquiátrico por la angustia y la ansiedad que les provoca este síndrome ya que se excitan de forma espontánea, sin que exista un deseo sexual detrás y lo hacen en cualquier parte, no pueden controlarlo", señala el presidente de la Sociedad Gallega de Sexoloxía, Manuel Varela, quien deja claro que "puede parecer muy bonito, pero en realidad es un sufrimiento para el paciente".

Este síndrome, que se diagnosticó por primera vez en el año 2001 y que afecta más a las mujeres -ellas representan uno de cada tres casos-, es todavía un gran desconocido para la comunidad científica. "No se sabe la causa exacta que lo provoca, se habla de hasta siete motivos que pueden estar detrás: el consumo de ciertos antidepresivos, el estrés, cambios vasculares en la zona genital, trastornos psicológicos, etc.", indica Manuel Varela, quien añade: "Lo que sí se ha visto en varios casos es que tienen afectado el nervio pudendo -el que envía los impulsos nerviosos a los genitales- debido a la existencia de unos quistes en la médula".

Cuando el orgasmo puede llegar en cualquier momento del día, deja de ser una sensación placentera. "La mayoría de las afectadas sufre ansiedad, angustia, no se concentra en las tareas cotidianas por temor a excitarse fuera de lugar y no poder controlarlo", indica el sexólogo Manuel Varela, quien añade: "El problema es que la gente no las comprende ni arropa.

Creen que son personas adictas al sexo o con alguna disfunción sexual y esto es un error porque estos pacientes se excitan sin que exista un deseo sexual previo". De hecho, muchos de los afectados por este síndrome rehúyen las relaciones sexuales con su pareja. "Es común que eviten la vida sexual por temor a que desencadene en una situación que no pueden controlar", indica Manuel Varela.

Por todo ello, la mayoría de pacientes termina visitando a un psiquiatra para que le ayude a sobrellevar los síntomas que no son continuos sino que actúan por brotes. "Es frecuente que tengan que tomar ansiolíticos porque llegan a sufrir depresión y hay incluso riesgo de que se dañen a ellas mismas", sostiene este sexólogo gallego, quien resalta la pesadilla de tener un orgasmo por cosas tan inocentes como el movimiento del autobús, el vaivén del tren o el roce de la ropa.