En multitud de ocasiones, me han preguntado en la consulta los pacientes, sobre la conveniencia o no, del uso de varios colirios que se anuncian en los medios de comunicación con relativa frecuencia, como tratamiento del ojo rojo multicausal (tabaco, uso excesivo ordenador, piscina, lentes de contacto?).

Mi respuesta siempre es la misma. Utilizarlos de forma puntual y esporádica no es deletéreo, ya que no aumentan la presión intraocular ni son cataratogénicos, pero su uso prolongado puede causar paradójicamente que ese enrojecimiento que tratamos de erradicar, aumente y se cronifique.

¿A qué es debido esto?

Muy sencillo, la parte blanca del ojo (esclerótica) está recubierta por una membrana protectora transparente denominada conjuntiva, con unos pequeños vasos apenas visibles.

Cuando ésta sufre una agresión, la respuesta fisiológica conlleva un aumento del aporte sanguíneo y un aumento del calibre de esos vasos, originándose una hiperemia (enrojecimiento), pudiéndose acompañar de síntomas como escozor, sensación de cuerpo extraño y quemazón. La etiología del ojo rojo es muy amplia, siendo las causas más frecuentes el ojo seco, la blefaritis y las conjuntivitis.

El oftalmólogo es el profesional encargado de identificar y tratar el problema de base del ojo rojo. Si por nuestra cuenta y riesgo instilamos colirios blanqueadores, produciremos un celéreo blanqueamiento inicial (ya que estos colirios contienen fenilefina en una concentración baja -0,125%- con un potente efecto vasoconstrictor, y sin ningún efecto midriático la fenilefina al 10% se utiliza en consulta para dilatar la pupila con fines diagnósticos).

Con esto estamos engañando la respuesta fisiológica de la que antes hable, y el organismo liberará más mediadores que hacen el efecto contrario, para restablecer el equilibrio, originándose hiperemia, no como respuesta a una agresión, sino como una manifestación crónica.

Por ello necesitaremos más colirio, produciéndose un círculo vicioso. Conclusión: Ante un ojo rojo, siempre hay que acudir al oftalmólogo, para el diagnostico y tratamiento del mismo, y no automedicarse.