Si descubrir que tienes cáncer es uno de los golpes más duros que se pueden recibir en la vida, hacerlo cuando eres joven o adolescente lo hace prácticamente incomprensible, agrava aún más la situación y, automáticamente, te sitúa en tierra de nadie.

En España no existen hospitales de referencia, especialistas, tratamientos o ensayos clínicos para este segmento poblacional denominado "adolescentes y adultos jóvenes", que engloba a pacientes de entre 14 y 34 años, aproximadamente, y que en países como EEUU, Francia, Alemania o Inglaterra ya cuentan con unidades específicas y protocolos integrales de actuación.

Diversos estudios e investigaciones científicas demuestran que la tasa de supervivencia de éstos jóvenes es mayor si son tratados con protocolos pediátricos que si reciben tratamientos de adultos.

Sin embargo, "eso no quiere decir que estos pacientes no estén atendidos en España", subraya en una entrevista con Efe el jefe de Onco-Hematología pediátrica del Hospital Niño Jesús de Madrid, Luis Madero, sino que quizá no estén recibiendo el tratamiento que mejor se adapta a su enfermedad, su hábitat o momento vital.

200 casos por millón

En España, la incidencia de cáncer en la población adolescente (de entre 15 y 19 años) es de 200 casos por millón de adolescentes al año, cifra que aumenta hasta 350 casos por millón entre los de 20 y 25 años.

Los tumores más frecuentes son linfomas, tumores del sistema nervioso central, melanomas, sarcomas de partes blandas, leucemias agudas y tumores gonadales y del tiroides y suponen la primera causa de muerte por enfermedad en adolescentes y adultos jóvenes.

El sistema sanitario español establece que los pediatras de los centros de salud tratan a los niños hasta los 14 años y cuando detectan un problema oncológico los remiten a un hospital con unidad oncológica pediátrica, dónde son evaluados hasta los 18 años.

A partir de esa edad, pasan al médico de cabecera y éste suele remitirlos a una unidad oncológica de adultos.

En este momento es donde surge el primer problema ya que la histología de sus tumores suele ser característica de niños y los oncólogos de adultos no están tan familiarizados con estas patologías como los pediátricos.

"No estoy defendiendo que deban ser tratados por oncólogos pediátricos", alerta Madero, "sino que haya especialistas -oncólogos, hematólogos, cirujanos, enfermeros, anestesistas, psicólogos- con especial dedicación a este colectivo, que afronten la enfermedad de estos chavales con protocolos y tratamientos específicos".

Además, tanto Madero, como Alvaro Lassaletta, oncólogo del Hospital Niño Jesús especializado en adolescentes, insisten en que hay evidencias científicas de que los jóvenes tratados con protocolos pediátricos "viven más" que con los tratados con los de adultos.

El segundo problema es la relación con el propio paciente dado su momento vital, explica Madero.

Se trata de chavales con peculiaridades específicas "muy marcadas" propias de su edad a los que un cáncer les implica romper con su trayectoria académica, con sus inicios universitarios o con sus primeras experiencias sexuales.