Los okupas de las células. Millones de virus nos rodean. La mayoría entran en el cuerpo por la boca, ya sea a través del aire que lanza un portador en un golpe de tos, un estornudo o por la proximidad de la saliva en un par de besos. Estos guerreros de la enfermedad no son nadie fuera de la célula, pero dentro se hacen los amos y usan todos sus recursos biológicos para replicarse y expandirse por el gran planeta que es el ser humano.

Los millones de virus que nos rodean protagonizan desde el inicio de los tiempos una constante guerra de las galaxias para hacerse con el dominio del mayor número de células del ser humano —sus pequeños planetas vivientes—y con el mayor número de seres humanos posibles.

Su objetivo es romper la delicada membrana de la célula y hacerse con el poder de ese perfecto laboratorio para aprovecharse de todos sus recursos biológicos y ponerlos a trabajar a su favor para replicarse sin parar y crear nuevos virus soldado que dirijan sus fuerzas de ataque hacia nuevas células del organismo. Es una misión concreta que solo atiende a una orden: dominación y muerte.

Los virus en sí son entidades más simples que las células, pues solo tienen proteínas y genoma pero poseen dos cualidades que los dotan de una naturaleza inmortal: su capacidad para recombinarse entre ellos —uniéndose los de los animales y humanos para crear nuevas amenazas virales— y su facilidad de mutación.

El virus más grande es como la bacteria más pequeña. Existen unas cincuenta familias víricas de morfología muy dispar: tubulares, icosaédricos, de formas mixtas, con membrana, con ADN como las células humanas y con solo ARN que es una variante de dotación genética con más habilidad para pasar directamente a los ribosomas —fábrica de proteínas— de las células.

Los virus existen fuera y dentro del ser humano, ya que hay muchas personas que son portadores asintomáticos y que aunque estén dentro de ellos no van a desarrollar la enfermedad porque sus células no tienen la cerradura (receptor) que se ajuste a la llave que tienen los virus para entrar, pero si son fuentes de contagio porque pueden propagarlos a los demás en cualquier gesto inocuo como saludar con un par de besos en la mejilla, momento que aprovechan los virus que viajan en la saliva o que salen por la boca con el aliento para entrar en un futuro huésped a probar suerte.

La acción devastadora de un virus en el interior un organismo depende siempre del estado de salud del hospedador, que es el ser humano.

Los rotavirus o virus gastrointestinales que cursan con diarrea y vómitos y afectan sobre todo a los niños de tres meses a dos años, y contra los que ya existen vacunas en los países desarrollados, acaban cada año con la vida de 527.000 menores de los países más pobres de la Tierra.

Los enterovirus son otros virus de trasmisión gastrointestinal y aérea, también causan infecciones gastrointestinales que se manifiestan con diarrea, pero además pueden dar lugar a cuadros exantemáticos (erupción cutánea), fiebre y en ocasiones cuadros de meningitis, generalmente en niños.

Cuando la diarrea va acompañada de vómitos, dolor abdominal, dolor de cabeza y fiebre se tiene lo que los ingleses han bautizado como la «gripe estomacal» y los franceses como la «gripe intestinal».

Los responsables, en este caso, son los norovirus que suelen ser los virus más importantes en invierno tanto en adultos como en niños por la onda expansiva de su ataque que cursa en brotes. La OMS lo ha denominado como el «virus del crucero» porque en una ocasión afectó a un grupo de cruceristas. Se presenta en lugares donde la gente se reúne como restaurantes, colegios, centros de día, hospitales, guarderías y buques de recreo.

Se contagia con facilidad por el agua y las manos sucias aire y puede persistir incluso en el agua clorada. Son los segundos más importantes en niños y los primeros en adultos.

Simulación virtual del virus causante de la Hepatitis B

Virión del virus del ébola, una de las fiebres hemorrágicas más mortíferas

El virus más grande es como la bacteria más pequeña. Existen unas 50 familias víricas de morfología muy dispar

La gripe de siempre

A diferencia de lo que se esperaba, este año la gripe no es del tipo A (H1N1), que fue la que desencadenó la alerta mundial de la pandemia en 2009 al recombinarse virus gripales del cerdo con los de humano, sino que este año la que llevará a miles de españoles a guardar reposo será la estacional, la de siempre, la H3N2 que cursa con fiebre, dolores musculares, dolor de cabeza y sin excesiva repercusión respiratoria, según indica la doctora Concha Gimeno, jefa del servicio de Microbiología del Centro de Diagnóstico Biomédico del Hospital General de Valencia que apunta que la gripe llega con el frío.

Del virus de la gripe, que es uno de los más comunes y que puede ser letal si la persona que se infecta tiene una pluripatología, existen dos familias, la A (con 32 subtipos) y la B, aunque las patogénicas que circulan en el mundo son la H1N1 y la H3N2.

Atrás quedó el terror que suscitó la posibilidad de que el virus de la gripe aviar H5N1 se asociara con el de la gripe común, porque el resultante hubiera provocado una pandemia devastadora al heredar la letalidad del primero (80 %) y la facilidad de trasmisión del segundo.

No todos los virus que entran en una célula provocan su muerte, ya que en la sibilina estrategia viral algunos como los de la hepatitis, el del sida y el del papiloma (con más de 60 genotipos) se quedan latentes dentro de la célula, como un 'okupa' replicando su propio genoma dentro del núcleo hasta que llega la muerte celular programada.

Algunos virus tumorales como el 16 y 18 del papiloma humano (VPH), responsables de cáncer cervical de cuello de útero, se comportan como auténticos canallas dentro de la célula al bloquear la función antitumoral de la proteína p53 que evita que la célula se vuelva loca replicándose. Con la p53 fuera de juego, el VPH consigue su propósito que es que la célula replique sin parar y se extienda por el organismo, olvidándose de que tenía una muerte programada y haciéndose, por lo tanto, inmortal. Es el comienzo del tumor.