Cuando asistimos a la presentación del SsangYong XLV el pasado año nos quedamos con las ganas de hacerle más kilómetros para confirmar lo que ahora sí nos atrevemos a decir tras más de 2.000 kilómetros a bordo suyo: que sin duda es una de las opciones más interesantes del segmento monovolumen teniendo en cuenta su relación calidad-precio. Disponible desde tan sólo 16.600 euros, este modelo ofrece un aspecto imponente, una buena habitabilidad y una excepcional capacidad de carga, además de unas prestaciones sorprendentes de las que destacaríamos la gran eficiencia del motor diésel de 115 cv.

Se trata del un ´nuevo´ propulsor de 1.6 litros con 300 Nm de par motor, con fuerza más que suficiente para mover los casi 1.500 kilos que pesa el XLV, como pudimos comprobar por los puertos de montaña de los Picos de Europa. Tiene una entrega de potencia progresiva pero muy contundente desde muy bajas revoluciones, lo que permite no sólo mantener una conducción agradable y relajadas, sino sobre todo arrojar unos consumos realmente ajustados. Tras nuestro largo viaje en el que transitamos por carreteras, vías rápidas puertos de montaña y zonas urbanas, el ordenador de a bordo marcaba 5,8 l/100 km.

El propulsor iba ligado en este caso a un cambio manual de seis relaciones con buen tacto y una destacada efectividad, algo muy a destacar ya que este siempre ha sido unos de los principales handicaps de la marca coreana. Para los que lo deseen también hay disponible con este motor una caja automática de seis relaciones de la que poco o nada podemos decir porque no hemos tenido ocasión de probar.

Más allá de las prestaciones del motor —que es sin duda lo que más nos ha gustado de este modelo—, podríamos destacar el sorprendente dinamismo que ofrece este coche para su altura y dimensiones. En las carreteras reviradas que se nos presentaron en los Picos de Europa y con plena carga, mostró un aplomo más que sorprendente, que no podía compararse con el de cualquier coche de corte deportivo, sí era más que suficiente como para transmitir al conductor la seguridad suficiente como para mantener conducciones a velocidades elevadas en estas carreteras.

La estabilidad que ofrece gracias a su bien trabajado chasis, no sólo influye en su dinamismo sino también en el confort, ya que a pesar de ser un coche con una altura destacable, no experimenta los incómodos y peligrosos balanceos de la carrocería que sí sufren otros modelos de características similares. Esto es en gran parte gracias a unas suspensiones firmes pero no duras. Por el aspecto de ´todoterreno´ del XLV esperábamos una amortiguación más blanda, pero lo cierto es que aguantan perfectamente al coche. Eso sí, no son aptas para ir más allá de accesibles caminos empedrados o de tierra, donde son capaces de absorber satisfactoriamente los baches para gozar en el interior de un buen confort. Al contrario que otros modelos como el Rodius, el XLV no dispone de tracción total, sino que es siempre al eje delantero, lo que también limita su capacidad off-road.

Notable amplitud

Pese a estar construido sobre la plataforma de su hermano pequeño Tivoli, el XLV logra ofrecer un espacio interior mucho más amplio que éste, gracias exclusivamente a su mayor voladizo trasero. La batalla y ancho de vías es el mismo en ambos casos, pero el monovolumen tiene una longitud mayor gracias a esta sobredimensión posterior. Con 4,44 metros de largo, alberga en su interior cinco generosas plazas en las que hay un buen espacio para las rodillas y, sobre todo, un gran maletero de 720 litros —si contamos eso sí el espacio libre hasta el techo.

La amplitud interior se traduce en una buena calidad de vida a bordo, lo que también se potencia con la más que correcta insonorización del habitáculo, los materiales que componen este espacio y a la tecnología destinada a la seguridad y el infoentretenimiento; todos ellos aspectos en los que ha ganado muchos enteros la marca coreana en los últimos años.