Aunque no lo parezca la tecnología de impulsión eléctrica está avanzando a pasos agigantados. Los coches eléctricos no solo están mejorando por el aumento de la capacidad de sus baterías, sino también por las nuevas técnicas que les ayudan a mejorar su rendimiento y autonomía.

Un ejemplo de estas nuevas tecnologías que están ayudando a optimizar el rendimiento de vehículos eléctricos de última generación como el nuevo Renault Zoe de 41 kWh. son sus neumáticos. Fabricados por Michelin, los Energy E-V han sido especialmente concebidos desde su inicio para ir montados en un vehículo eléctrico como el Zoe. Esto ha llevado a Michelin a reducir un 20% la banda de rodadura del neumático, lo que se convierte en un aumento de 6 kilómetros en la autonomía del nuevo Zoe. Además, al reducir en un 40% los canales transversales se consigue una considerable disminución del ruido, algo muy de agradecer en un coche tan silencioso como el Zoe.

La frenada regenerativa del Zoe permite además que el motor funcione como un generador. De esta forma, la batería se recarga en las fases de desaceleración y de frenado, aumentando así -y en función del estilo de conducción del piloto- la autonomía del coche. Esta frenada regenerativa se pone en funcionamiento cuando el conductor suelta el pedal del acelerador, haciendo que el Zoe almacene la energía cinética de la desaceleración y la convierta en corriente eléctrica que a su vez recarga la batería del coche.

La presentación nacional del nuevo Renault Zoe de 41 kWh fue la excusa perfecta para ir a Madrid y realizar la que ha sido hasta ahora la más larga de las ecoRUTAS que hemos hecho con más de 175 kilómetros de recorrido.

Para optimizar todavía más el recorrido de largas distancias como la realizada el día de la presentación nacional del Zoe, el eléctrico francés incorpora una revolucionaria bomba de calor que genera tanto el frío del aire acondicionado como el calor necesario en los fríos días de invierno. Esta bomba de calor consume un tercio menos de energía que una resistencia eléctrica. Además, un sistema inteligente preserva la autonomía cuando se activa la calefacción o el aire acondicionado. Especialmente curiosa es la forma en la que se genera parte del calor en invierno. El sistema capta las calorías del aire ambiental en el exterior del vehículo y las comprime. Al realizar esa compresión se eleva la temperatura, devolviéndolas luego al interior del habitáculo.

Pese a todo esto, factores como la orografía del terreno, la velocidad, la temperatura exterior y el estilo de conducción afectan de forma notable a la autonomía de cualquier vehículo eléctrico. En nuestro caso realizamos una ruta considerablemente larga -sería difícil hacer tantos kilómetros en un día en la isla- y pese a ello regresamos a Madrid con carga suficiente para realizar muchos más kilómetros.

Un dato curioso: los últimos kilómetros fueron de atasco absoluto y en 8 kilómetros casi sin movimiento el consumo fue mínimo. Justo al contrario que en un coche de combustión.