Debo reconocer que cada vez que toca analizar la tecnología de un nuevo coche, suelo pedirle a los hados que se trate un Audi. Y no es cuestión de hacer publicidad o dorarle la píldora a esta firma, sino de constatar por enésima vez que cuando subes a un coche de la marca de los aros las cosas -tecnológicas- funcionan. Y muy bien. Así de simple. Sin más.

Cuando Audi presentó su primer Virtual Cockpit en 2014 -un cuadro de instrumentos digital en el que una magnífica pantalla sustituye todos los relojes- lo primero que pensé fue que no dejaba de ser un alarde tecnológico sin mucha funcionalidad real. Hasta que lo probé.

Los meses pasaron y con cada nuevo coche el cuadro no solo ha ido evolucionando, sino que esa evolución ha sido siempre a mejor. Sin fallos, sin excusas. El nuevo Audi Q2 que hemos podido probar estos días no solo señala el camino tecnológico a la automoción, sino que incide en que la información es poder, y por ello innovaciones como el Virtual Cockpit suponen tener en nuestro coche un pellizco del futuro sin tener que esperar. Pero esto no ha hecho más que empezar: pronto veremos más. Mucho más.