Gran Bretaña ha decidido abandonar la Unión Europea, el beneficioso mercado único, y eso supone que las relaciones comerciales entre británicos y europeos serán diferentes a partir de ahora. Y eso afecta, y mucho, a la industria automovilística en todo el viejo continente.

Lo primero que trasciende es que las marcas británicas van a perder no solo ventas, sino también mucho dinero. Un informe interno de Land Rover que Reuters hizo público la pasada semana, indicaba que el grupo Jaguar Land Rover podría llegar a perder hasta 1.000 millones de libras -1.238 millones de euros- con el Brexit. La razón no es otra que el nuevo gravamen que sufrirán los vehículos británicos al tener que hacer frente tanto al impuesto de exportación como a unos costes arancelarios.

Pero el brexit afectará también a otras marcas que no son británicas. Firmas como Toyota, Honda, Ford o Nissan tienen sus principales fábricas europeas en diferentes lugares del Reino Unido. La japonesa Toyota, sin ir más lejos, afirmaba la pasada semana en un comunicado que en 1992 decidieron elegir Gran Bretaña como centro de sus operaciones manufactureras en el continente por "el libre y abierto acceso al mercado europeo", un acceso que en breve dejará de ser libre y abierto. Y es que Gran Bretaña alberga a día de hoy el cuartel general de siete grandes marcas, ocho fabricantes de vehículos de gama alta, siete equipos de Fórmula 1 y más de un centenar de marcas relacionadas con la automoción.

Se abre ahora un difícil e incierto camino para la industria automovilística británica, que el pasado año construyó 1,59 millones de coches. No hay duda de que las marcas que siguen estando en el club europeo ahora se están frotando las manos.