Qué difícil es escribir sobre un coche que te deja sin palabras... así es el Audi R8. Ya tuvimos ocasión de probar la versión más radical denominada R8 V10 Plus en Montmeló con motivo de la Audi Sportscar Driving Experience, pero sería difícil decir con cual sentimos mayores emociones. Rodar con 610 cv por el trazado catalán fue memorable, pero dominar 540 cv cambiando las rectas de kilométricas y escapatorias por carreteras de doble sentido y quitamiedos, no se queda ni mucho menos atrás. Como habréis intuido el modelo que tuvimos la ocasión de probar fue el R8 Coupé con el motor 5.2 FSI V10 de 540 cv. Se trata de una preciosa bestia capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 3,5 segundos y alcanzar los 320 km/h. Unas imponentes cifras que justifican los más de 190.000 euros por los que se comercializa en España.

La primera toma de contacto con el vehículo ya nos permitió conocerlo en profundidad, puesto que rodamos con él desde Madrid hasta Valencia. A un superdeportivo como el R8 se le presupone un comportamiento radical,que en la mayoría de los casos resulta incompatible con un uso ´viajero´, debido principalmente a la dureza de las suspensiones. Pero este no es ni mucho menos el caso. La selección de modos de conducción que ofrece Audi cambia radicalmente la personalidad del R8. En la posición Comfort, nos proporcionó una sorprendente comodidad en este contexto. Las amortiguación sigue siendo firme pero deja de ser seca, evitando molestos rebotes y permitiendo un mayor filtrado de los baches.

También se atenúa la respuesta del motor, por lo que es más agradable y progresivo, además de silencioso, hasta el punto de que el ruido apenas penetra en el habitáculo pese a llevar un V10 pegado a la espalda. Unos cómodos asientos y un generoso equipamiento, en el que destaca un soberbio equipo de sonido, son junto a otros muchos elementos los que hacen del R8 un coche sorprendentemente recomendable para emprender largos trayectos, siempre que se viaje muy ligero de equipaje, puesto que su maletero frontal apenas cubica 225 litros de capacidad.

PEGADO AL ASFALTO

Que el R8 sea cómodo en carretera está muy bien, pero no es lo que se le pide a un superdeportivo. De este Audi esperábamos un comportamiento radical, y es lo que experimentamos cuando seleccionamos el modo Dynamic. Todo cambia tras activar esta configuración. La suspensión se endurece, la dirección se hace más precisa y directa y, sobre todo, el motor ofrece una entrega de potencia mucho más explosiva. Esa es la mejor manera de definir qué se siente cuando se pisa a fondo el acelerador y se apuran al máximo las marchas del cambio automático de doble embrague y siete velocidades ´S tronic´ que se liga a este propulsor. La entrega de sus 540 Nm de par motor te dejan literalmente pegado al asiento y hace que aquel punto que parecía distante aparezca a tu lado en un abrir y cerrar de ojos. Y todo ello, acompañado por el intimidante bramido que emana de sus dos grandes tubos de escape. Este motor es una auténtica obra de ingeniería; una joya que se exhibe como tal a través de la gran ´cristalera´ de su zaga.

Pero no todo es potencia. Intuimos de lo que el R8 era capaz cuando estudiamos su ficha técnica, pero nunca imaginamos la capacidad de agarre y estabilidad que puede ofrecer. Los finos neumáticos que montan sus inmensas llantas de 19 pulgadas se cogen al asfalto con la misma fuerza que lo hacen las ruedas del tren a los raíles. Es prácticamente imposible sacar al R8 de su trazada a no ser que desconectes los controles y pegues un zapatazo al acelerador en medio del viraje. Lo cual no es recomendable, pero sí tremendamente divertido si tienes la pericia suficiente para que no acabe en tragedia. Todo lo anteriormente descrito sería imposible sin un chasis extraordinario. Tan ligero como rígido,el del R8 soporta sin inmutarse fuerzas G que retorcerían como una lata de aluminio cualquier otra estructura que se viera sometida los pasos por curva y a las frenadas de las que es capaz este coche gracias a los frenos carbocerámicos que monta de serie. Gracias, Audi.