Los vehículos eléctricos son el futuro. A nadie -o a casi nadie- la cabe la menor duda. Pero si echamos un vistazo al mercado actual, todavía no son el presente. Y si intentamos analizar el motivo por el que todavía no hay un parque de vehículos eléctrico mayor, nos damos cuenta de que no es porque no generen suficiente interés. Sin ir más lejos, en el salón del automóvil que se está celebrando estos días en Madrid, algunas de las mayores colas para realizar las pruebas de conducción estaban frente al estand de Nissan: muchos querían probar el eléctrico Leaf.

Posiblemente la causa de que no haya más eléctricos tampoco está en la falta de concienciación o en la ausencia de suficientes estaciones de carga. Seguramente ni siquiera su limitada autonomía, que va siendo cada vez menos limitada, sea el principal punto en contra a la hora de comprar un vehículo de esta clase. El principal escollo es, más probablemente, su elevado precio.

Y es que a todo el mundo -o a casi todo- le gustan los vehículos eléctricos. Cuando los conduces las miradas se giran, sus ocupantes se sorprenden, y los aficionados al mundo del motor no pueden más que preguntar acerca de las muchas diferencias que hay entre un vehículo eléctrico y uno con motor a combustión. Y la verdad es que todas las respuestas son en positivo. Pero llega entonces la gran cuestión: "¿Y cuánto cuesta?"

Incluso con las actuales subvenciones del plan MOVEA, y con iniciativas como la de Nissan con su programa "Ahora sí", el vehículo eléctrico sigue siendo inviable para la mayoría de bolsillos españoles. Si la administración realmente quiere cambiar el modelo, es el momento de apostar al verde. Ya no valen las medias tintas.