El gel que domina cabellos indómitos o repeina pijos de cortijo preside, con el jersey por los hombros, el "look" señorito andaluz en "Ocho apellidos vascos", el filme español más taquillero de la historia, que viste de chándal al arquetipo kale borroka. Un estilo, el abertzandal, que llega del humor.

Ya lo buscaba Pablo Carbonell en una Feria de Abril: el stand de la gomina, ese ungüento que te hace parecer dueño de cabezas de ganado, dejando los rizos sobre la nuca en verso libre. Eso, y el jersey sobre los hombros, anudado a la altura del pectoral que pensábamos que estaba erradicado.

Verde botella sobre polo lo lleva "Rafa", coronando esa también asidua versión elegante de la camiseta con cuello, típica de los bien planchados, que en esta película viene con guiño: un mini toro en la pechera izquierda, que juega a competir en la misma liga que el jinete de Polo Ralph Lauren.

Un bordado pensado para la ocasión, como ha explicado la responsable de vestuario de la película, Lala Huete, quien señala que la caracterización de cualquier filme parte "siempre del guión"; además de saber "qué actores van a llevar la ropa que imaginas y representará mejor a esos personajes".

Dadas las características de la película "de bajo presupuesto, cómo todas en estos tiempos", se recurrió a "marcas conocidas" para que les cedieran las prendas que necesitaban "para los distintos tipos" de personajes, comenta una de las figurinistas más importantes del cine español.

"Fue bastante fácil, por ejemplo, para Dani Rovira, los polos de "Lois" con el torito y los pantalones de "El Ganso", todo muy pegado al cuerpo (como la gomina en el pelo) y colores claros y vivos, encajaban muy bien para el personaje típico andaluz de Rafa", explica la responsable de vestuario de muchas películas de Woody Allen.

Lo curioso es que a Rovira, quien considera que normalmente "el vestuario ayuda muchísimo a desarrollar el personaje", durante este rodaje le pasaba casi lo contrario y es que "con la indumentaria de sevillano" no se sentía "nada cómodo", dice con garbo, porque no se asemeja "nada" a su estilo.

Pantalones chinos en burdeos y zapatos naúticos en azul marino completan el "look" del que todavía no sabía que sería "Clemente" (Dani Rovira) recién llegado a "las vascongadas", en su primer acto, inconsciente, de kale borroka, pero el azar, el amor o ambas cosas, le llevan a las antípodas de su aspecto.

Desde la perforación del lóbulo de la oreja a quemarropa que le hace Amaia (Clara Lago), a un "total look" abertzale que le planta la coprotagonista y que pasa por camisetas de manga sisa, vello fuera, pantalones tipo chándal, cazadoras con capucha -garantía de incógnito en manifestaciones- y pañuelo "palestino" (Kufiyya) al cuello.

"Esto yo no me lo pongo ni para recoger aceituna", le espeta Fran a Amaia en un vano intento de no traicionarse a sí mismo. Pero, genio y figura, el enamorado asume su papel de novio con gracejo vasco, invenciones de euskera y estilo abertzandal, como él mismo bautiza.

Para Huete, fue "fácil" hacer el estilo de vasco abertzale con prendas muy holgadas y en tonos oscuros. Unas caracterizaciones inspiradas "en la realidad" en las que no tuvieron que confeccionar "nada".

Hasta el pomposo vestido de novia de Amaia (Clara Lago) estaba decidido "desde el primer momento" ya que la responsable de vestuario tenía claro que tenía que ser de Lorenzo Caprile, quien "no dudó" en prestarlo.

No podían faltar las txapelas, combinadas con pantalones cortos, jersey al hombro y camisas abiertas presididas por cadenas de oro con imágenes religiosas de la Virgen de la Macarena tintineando para redoblar la risa y maridar el estereotipo vasco y andaluz, que vestían los amigos del novio.

Dani Rovira reconoce que en su día a día no le da "mucha importancia" a la vestimenta y que busca que prime "la comodidad" así que suele vestir escuetamente "un vaquero, una camiseta y unos tenis" en invierno, para cambiarlos por "unos pantalones cortos y unas chanclas" en verano.

El cómico, que confiesa que "la inconsciencia" le ha servido "mucho" a la hora de rodar, hace memoria y se traslada a 1999 cuando se le pregunta por su prenda fetiche.

Y cómo no podía ser de otra manera, el andaluz cuenta que es "una camiseta gris, de algodón, perfecta", que cogió prestada a un amigo y que en el trajín de una mudanza se la quedó.

Quince años de idilio con una prenda que "salió muy buena", que solo luce "en ocasiones especiales" y que opina que le queda "muy bien". "Fíjate tú", dice con esa donosura innata, "el día que tire esa camiseta será un día duro para mi".