En España defender a los animales puede hacer que te aplaudan o te abucheen públicamente en las redes, que te defiendan o te denuncien por lo que haces, pero en África o Asia defender a los animales puede costarte la cárcel o la misma vida.

Frank Cuesta, por su mujer, lo sabe bien. Varios años lleva ya ella en la cárcel por ello. Desgraciadamente, su amigo Wayne Lotter, también. Wayne fue acribillado a balazos hace sólo unos días en Masaki, África. El taxi en el que viajaba fue interceptado cuando se dirigía hacia el aeropuerto. Tres hombres desconocidos abrieron su puerta y lo tirotearon sin piedad. Murió en el acto.

Lotter era el alma de la Fundación PAMS, dedicada a luchar contra la caza ilegal y el furtivismo en Tanzania. Colaboraba con personas tan prestigiosas como la primatóloga Jane Goodall o el propio Frank, con el que había diseñado un plan para repatriar animales salvajes que ya nunca podrá ver la luz.

Wayne era un referente mundial en la protección de los animales. Desde sus orígenes como «guardabosques» hasta ahora, había conseguido poner en marcha muchos proyectos para la conservación de éstos y su trabajo comenzaba a dar importantes frutos: reducción a la mitad de la caza ilegal, más de dos mil cazadores furtivos de elefantes detenidos, otros tantos traficantes de marfil entre rejas. Supongo que eran demasiados éxitos para un país donde la caza de elefantes sigue moviendo millones de dólares cada año.

Ahora éstos se han quedado sin su principal defensor y no va a ser fácil que nadie siga con su trabajo. El número de animales comenzará a descender drásticamente en Tanzania hasta, probablemente, su desaparición. No es alarmismo, las cifras lo dicen. Hasta que él consiguió parar la matanza, sólo del 2007 al 2014, el 60% de la población de elefantes desapareció asesinada.

Los traficantes de animales y el poder del dinero han ganado de nuevo el pulso a la vida. Por eso -cuando el otro día wasapeando con Frank me contaba sus aventuras o, mejor dicho desventuras intentando salvar a unos loros a los que, pese a todo y a todos, había conseguido finalmente dejar en libertad- me di cuenta de que, a veces, yo había vivido lo mismo en España con la burocracia cuando ésta chocaba frontalmente con la protección de los animales, pero, al fin y al cabo, lo mío no tenía mérito alguno porque, a diferencia de él, yo no me jugaba la vida o la cárcel por ello.

¡Descanse en paz Wayne Lotter!¡Yuyee free!