Las nuevas normativas de protección animal están generando un mar de polémicas pero, sin duda, la futura prohibición de la comunidad gallega por la que se multará a los particulares que recojan un perro abandonado en la calle se lleva la palma.

En realidad, el tema no es nuevo, sino que tiene su antecedente en Madrid, donde, en su día, se establecieron multas para aquellas asociaciones que rescataran animales sin autorización alguna. La pregunta es: ¿qué de malo puede haber en recoger un perro que anda vagabundeando por la calle? Pues, a priori, nada, siempre y cuando, claro está, sea realmente abandonado.

El principal problema puede surgir cuando no lo es y se trata de un animal perdido. En esos casos, por muy buenas intenciones que tenga quien lo recoja de la calle, no quedará constancia alguna del rescate, lo que, en la práctica, puede imposibilitar que ese animal vuelva a reencontrarse con su familia, por muchas llamadas que éstos puedan realizar a la Policía denunciando su desaparición.

Por otro lado, a lo largo de estos años he conocido a multitud de personas que, haciendo un viaje en coche, al parar en un restaurante o gasolinera han encontrado un perro que andaba suelto por allí, les ha dado pena y lo han subido al vehículo llevándolo hasta el albergue o refugio de su ciudad.

Piénsenlo: si ese animal, minutos después de escaparse o perderse, ya se encontraba a muchos kilómetros de distancia, ¿qué posibilidades reales tuvieron los propietarios, por mucho que lo buscaran, de encontrarlo? Ninguna.

Por tanto, ¿qué debemos hacer si nos encontramos a un perro o un gato abandonado? Para empezar, llamar siempre a la Policía Local del lugar donde estemos. Ellos podrán orientarnos sobre cómo actuar y, en el caso de que decidamos quedarnos con el animal, podrán tomar nota de nuestros datos, por si alguien lo estuviera buscando. Está claro que todo esto no haría falta si nos concienciáramos todos, de una vez por todas, de que identificar a nuestro animal no es una opción, es una obligación, pero, de momento, la realidad es la que es.

Por otro lado y, pese a lo anterior, no crean que estoy de acuerdo con esas prohibiciones. Ni mucho menos. Pienso más bien que, en esas comunidades y en todas en general, lo que se debe hacer es organizarse y crear registros oficiales de asociaciones y particulares que puedan y quieran colaborar activamente en la recogida de animales abandonados. Canalizar ese potencial sería muy importante para crear una completa red eficaz de ayuda a los animales. Al fin y al cabo, como siempre, la unión hace la fuerza.