A Gabriela Wiener (Lima, 1975) nunca le ha aterrado hablar de sexo en primera persona. Poeta y cronista, su relación de quince años con el periodista Jaime Rodríguez no ha sido jamás un impedimento para desnudar públicamente su intimidad. Junto a él ha escrito sobre poliamor, clubs de swingers o tríos sexuales; sabiendo aunar como nadie el periodismo gonzo con el erotismo. "Al principio Jaime tenía recelos de mi actividad, pero siempre me ha aplaudido en mis salidas de armario", explica. Su último libro, 'Llamada perdida' (Editorial Malpaso), recoge las experiencias autobiográficas de una mujer dispuesta a hablar sin pudor de su cotidianidad, del paso del tiempo, de la maternidad o de las relaciones a tres.

Confiesa que lo que más admira de un hombre es "la capacidad de no acomplejarse por el poderío femenino, ya que ante la acelerada liberación de la mujer, parece que muchos están descolocados". Prefiere a un hombre "seguro, comprensible y sensible que no tema a la mujer ni reaccione con orgullo o violencia hacia ella". El que sepa cuidarla, sin imponerla. "Es algo que hacemos las mujeres por naturaleza, pero en los hombres a veces es una ecuación un poquito vertical. En sentido paternal o posesivo puede ser peligroso", reflexiona.

Hace años que decidió vivir al día en una relación abierta y, aunque admite que "los celos a veces son difíciles de gestionar", piensa que todo es superable mediante la verdad. "Sincerarse quedándote en pelotas ante el otro es muy difícil, pero al final es lo único que permite crecer y mantenerse juntos", señala. También el compartir afinidades y, sobre todo, el cambio. "Creo que con mi pareja tengo una relación tan larga porque hemos sabido movernos en el momento indicado. Irnos de Perú fue un nuevo comienzo, como marcharnos de Barcelona, ahora tenemos una relación a tres?todo ello remece y es complejo de llevar, una lucha diaria por ver lo que pasa".

Para ella, quien no teme a la certeza de si el futuro la encontrará sola o acompañada, lo real es lo inconstante: "Todo es efímero, todo se agota. Las parejas se unen y se separan, es lo natural. La creencia en el ´para siempre´ es un lastre de la cultura. Seamos un poco adultos en esto del amor por una vez. Dejemos de sorprendernos porque las cosas -subraya- se acaban, hemos venido a este mundo para acabar y ese es nuestro destino".