EN ‘DIRTY DANCING’ HAY UN ABORTO. Es más, el aborto es el que da pie a la trama. El aborto, incluso, es tratado con dignidad, y no como algo de lo que la mujer deba avergonzarse. Pero nosotros, que 30 años después seguimos viendo en bucle el golpe de caderas de Patrick Swayze (o, al menos, algunos de nosotros) parecemos ciegos ante esas escenas y sólo prestamos atención al romance de los protagonistas. Es normal. El Hollywood del siglo XXI nos ha educado de forma muy distinta. “En las películas de los ochenta se tratan los temas femeninos de forma mucho más natural. Los embarazos, los abortos o la pérdida de la virginidad no se saldaban con escarnios o silencios. El chico tenía tanta responsabilidad como la chica. Y la chica, incluso, el mismo apetito y la misma curiosidad que el chico”, explica Hadley Freeman, periodista y escritora que acaba de publicar en España The Time of My Life (Blackie Books, 2016), un extenso ensayo que analiza las películas de adolescentes de aquella década.