A Dani Rovira la risa le anda siempre rondando. La lleva en los bolsillos, a menudo en los ojos -"me cuesta mucho no ver el lado gracioso de lo cotidiano"- y la provoca con aparente facilidad. Tiene ingenio, se fija en todo y lo cuenta con gracia y desparpajo. Pero con todo esto que trae de fábrica ha tenido que dar un paso atrás por exigencias del guion.