Las toallas del baño nos sirven para más de un uso, pero a veces, por pereza para echarlas a la lavadora, para más de los recomendables. Porque habitualmente no tenemos en cuenta los problemas a los que nos enfrentamos si no las lavamos con frecuencia. Una pregunta nos ronda muchas veces la cabeza: ¿cada cuánto hay que hacerlo?

Con cada secado, las toallas de mano y las de la ducha pueden acumular todo tipo de agentes que pueden acabar repercutiendo en nuestra salud, aunque a simple vista las veamos limpias.

Un nido de agentes patógenos

Su textura y el hecho de que permanecen húmedas durante largos periodos de tiempo, hacen de ellas un nido perfecto para todo tipo de gérmenes, bacterias, hongos o secreciones corporales, incluso urinarias o anales. Mientras permanecen colgadas en el baño, además, acumulan ácaros y otras sustancias.

Hay que tener en cuenta que las toallas no solo acumulan agua al secarnos, sino también microoganismos o residuos celulares que atrapan de nuestro cuerpo. Y éstas, a su vez, contribuyen a la acumulación de microbios en la tela.

Sin ser alarmistas, esta suciedad puede causar, por ejemplo, infecciones cutáneas. El riesgo, además, es mayor si en el hogar compartimos toalla.

Humedad

Además, las toallas acumulan y desprenden humedad, especialmente si nuestro baño no tiene una buena ventilación. Esto tampoco generará un entorno saludable y puede acabar incluso originando malos olores. El momento de detectarlos se convertirá en un aviso para que las echemos al fin al cesto de la ropa sucia y cambiemos el juego del baño, si no lo hemos hecho antes.

Por eso, la pregunta de cada cuánto tenemos que lavar las toallas es fundamental. Pero, claro, sobre esta cuestión no hay un criterio científico unívoco. Dependerá del uso que hagamos de ellas en cada hogar, de la posibilidad de que atrape más o menos elementos susceptibles de resultar patógenos o de la facilidad para un secado rápido. En todo caso, los expertos recomiendan hacerlo con periodicidades menores a una semana.

Los riesgos

Si no lavamos con cierta frecuencia las toallas, el cúmulo de agentes que las colonizan pueden acabar causando ciertos inconvenientes para la piel. Si, por ejemplo, sufrimos irritaciones, erupciones o infecciones deberemos revisar si seguimos unas buenas pautas de higiene con ellas.

El medio ambiente, un factor a tener en cuenta

Pero, como casi todo, la idea secarse con toallas siempre limpias también tiene sus contraindicaciones. Un lavado excesivo de estas y otras prendas en el hogar tiene su repercusión en el medio ambiente. Es un mensaje que seguro que nos suena por leerlo en algunos alojamientos hosteleros. Un mayor consumo de detergentes o de agua, que además se elige a una temperatura elevada, conlleva un impacto ambiental nada despreciable si estamos comprometidos con la conservación de la naturaleza o la lucha contra el cambio climático.