No es fácil definir ese estilo nacido de la mezcla de lo rural y lo chic. Entre otras cosas, porque va mucho más allá del mero uso de piezas viejas en ambientes modernos. Reducirlo a eso implica equivocarse y entraña el riesgo de crear un auténtico pastiche que no tendrá nada ni de rural ni de chic y, probablemente, sí de "quiero, pero no puedo".

Una vez puestos a renovar la decoración, es mejor buscar inspiración en tiendas de antigüedades, de esas que se encuentran en pueblos recónditos, en películas de los años cincuenta que muestran el modo de vida de las grandes casas inglesas y estadounidenses, y, por supuesto, en las piezas cercanas, que pueden alcanzar efectos asombrosos una vez retocadas. Por ejemplo, una simple mesa de madera de pino o de castaño parece otra cuando se pule con la lija. Lo ideal es dejarla con su apariencia natural y desgastada. Como mucho, puede pintarse de blanco o marfil. Con la piedra vista hay que tener un cuidado especial, sobre todo, en el interior. Abusar de este material lleva a un callejón sin salida, en el que la casa parece pedir auxilio para escapar de tanta rusticidad.

Mucho peor es colocar aperos de labranza a modo de guiño gracioso al medio rural. En cambio, no está de más acudir a la porcelana romántica y "vintage", apta para microondas y lavaplatos, que lo bello no tiene por qué estar reñido con lo práctico. También es posible incluir piezas artísticas modernas en la decoración.

Los estampados florales y las rayas superanchas en dos tonos resultan ideales para tapizar sofás o para confeccionar unos grandes cortinones caídos que dan vida a las ventanas, que no todo van a ser estores para tapar los cristales. Entre los complementos para colocar sobre mesas y veladores no pueden faltar unas lámparas con pie de acero, el efecto rompedor.

Un toque vegetal

Copas de cristal grueso, recipientes de latón y madera; candeleros que contienen pequeñas velas, platos en tonos lisos, servilletas de lino y manteles individuales, o ausencia de ellos (siempre es preferible a usarlos de papel o plástico en el interior). Con esos elementos se pone toda una mesa rural y chic, en la que los detalles deben cuidarse tanto que lo más adecuado para hacerla resaltar serían unos cubiertos de plata inglesa, a poder ser, algo desgastados por el uso de las generaciones precedentes. El toque vegetal lo ponen unas moras, aún en ramas. Toda una delicia.