Esta vivienda reformada por el arquitecto Miquel Àngel Lacomba (www.mlacomba.com) está emplazada en el barrio de Santa Catalina, una zona emblemática de Palma de Mallorca, que goza de una particular idiosincrasia que ha sabido mantenerse e incluso revalorizarse en los últimos años gracias al respeto que muestran intervenciones como la que hoy les mostramos en las que el pasado, la historia, la memoria de lo que fue y es sigue siendo indispensable para entender el concepto. La vivienda albergó varias generaciones de personas relacionadas con el mundo del mar y la pesca.

Esta circunstancia se puede 'respirar' en detalles de su construcción original, soluciones con vigas de madera que recuerdan las utilizadas en barcos, una escalera de acentuada pendiente, pintada con un color proveniente del utilizado en embarcaciones pesqueras, azul turquesa, color que se ha conservado en la reforma, y la propia concepción de la vivienda, modesta en su construcción y de reducidas dimensiones.

La vivienda se desarrolla en tres niveles, como una 'vivienda torre'. El acceso se produce desde la calle Sant Magí. En cada nivel se sitúan distintas funciones de la vivienda, al subir, el habitante se aleja de lo más público y cercano, y a medida que gana altura se perciben vistas más amplias, hasta llegar a la terraza que funciona como un mirador, como hace un marinero cuando sube al mástil de su barco para poder avistar con más precisión.

La primera planta alberga un estudio-dormitorio con un aseo, la segunda planta consta de cocina comedor-estar, y en la tercera planta hay un dormitorio y un baño. Desde este último nivel, mediante una escalera de estructura metálica, muy ligera, se accede a la terraza, con esplendidas vistas de la calle Sant Magí, antiguo carrer Gran que era la principal entrada proveniente de Andratx en la antigua Palma amurallada.

La preponderancia de lo pequeño, la dificultad de encajar en un espacio de apenas 17 metros cuadrados útiles por planta, obliga al arquitecto a llevar al límite los materiales y las formas para poder encajar con sutileza todas las piezas del programa. La fachada, fundamental, se ha restaurado con un mortero de cal, sistema tradicional que respeta las texturas de la zona. Las carpinterías son de madera de iroco y los suelos de madera de haya, como en un barco dispuesto a zarpar en cualquier momento hacia el futuro.