–Ha cambiado de paisaje, ¿cómo le sienta Madrid?

–Soy feliz. Debo ser el único que se siente en Madrid feliz. La gente de Madrid habla pestes de Madrid, y a mí me encanta.

–¿Cataluña le resultaba irrespirable?

–Hacía mucho que tenía la impresión de que en Barcelona estaba perdiendo el tiempo. Las cosas que a mí me interesan ya no pasan por allí. Durante años, algunas cosas del mundo pasaban por Barcelona; ahora ya no pasa absolutamente nada si no has nacido en Olot o en Gerona y, con mi mujer, tomamos la decisión de que a nuestra hija teníamos que educarla en un lugar donde pasasen cosas y, como no podíamos irnos a Nueva York porque es muy caro, nos fuimos a Madrid.

–No está dispuesto a que su hija sea escolarizada en catalán.

–No es que no quiera que sea escolarizada en catalán, lo que no quiero es que sea escolarizada enseñándole odio a los españoles.

–Despotrica del nacionalismo catalán desde hace años, ¿por qué ha tardado tanto en irse?

–Porque tenía la confianza, o la esperanza, de que en algún momento se reaccionase en contra de esa gente que ama tanto a Cataluña que la está destruyendo, pero sucedió algo impensable: el Partido Socialista catalán se pasó directamente a la derecha nacionalista. Eso dejó desconcertados a los que confiábamos aún en que fuera un partido nacional español. De pronto, resultaba que el PSC era primero catalán y luego socialista. Ahí empezó la debacle. Aguanté unos años para ver si se enmendaba pero ha ido a peor, y me fui. Pero no solo yo, no sabe los miles de catalanes que viven en Madrid.

–¿El descalabro del PSOE es equiparable al de UCD?

–Creo que sí, aunque se verá con mayor claridad dentro de un par de años. Los equiparo porque no creo que levante cabeza. El PSOE, a menos que se produzca un cambio brutal y podamos volver a votarlo, nunca más va a volver al poder. Los signos van por ese camino: ahí están Rubalcaba y Chacón proclamando el debate de ideas, cuando lo único que debaten es quién tiene el carné más antiguo. Vergonzoso. Es un debate de personalidades con la única ambición de ver quién se queda con los sueldos.

–¿Considera que Zapatero ha sido dañino para España?

–Espantosamente dañino. Posiblemente, el presidente más dañino de todos. Dañino porque ha arruinado el país de la manera más brutal, porque ha hecho a los nacionalistas catalanes concesiones impresionantes, porque ha permitido la entrada de Bildu en el Parlamento... La lista es inacabable pero lo más imperdonable es que dio rango de Estado a la estupidez. Puso como modelos a ministros a gente absolutamente inútil, a personas inconscientes, triviales, sin preparación y de mente raquítica.

–¿Hacia dónde vamos?

-Volvemos a estar en una época muy parecida al franquismo: la densidad de explotación, de opresión y de estupidez es muy parecida, por lo cual para mí la negación es ya un valor en este momento.

–Si lo que tenemos no es crisis, ¿qué es?

–Una cosa es que se llame crisis y otra que lo sea. Rezo para que sea una crisis porque las crisis terminan. Me parece indudable que estamos ante un cambio de sistema y como otros cambios de sistema acabará con los privilegios de mucha gente. Al principio va a arrasar injustamente a muchísima gente débil que no se lo merece, pero quiero creer que los hijos de esta gente van a entrar en un mundo muchísimo mejor organizado.