El psicólogo Robyn Dawes diseñó la escueta fórmula que lleva su nombre, encaminada a predecir la estabilidad de un matrimonio. Consiste en restar, a la frecuencia del acto sexual, el número de peleas entre los integrantes de la pareja. Este patrón funciona mejor que cualquier experto para predecir la duración de la unión, ligada lógicamente a la magnitud de esa diferencia. Sin embargo, un análisis somero de la ecuación permite observar que no prescribe las relaciones entre los esposos, del mismo modo que las discusiones externas podrían penalizar la solidez interna. Y, ¿qué efecto tendría la discusión con un amante sobre la estabilidad matrimonial?

Llegamos así a nuestro segundo estudio de hoy. Un sondeo llevado a cabo por la revista Vanity Fair y el programa 60 minutes pregunta "qué aspectos de su matrimonio externalizaría con más agrado a una tercera persona". Las tareas domésticas y las interminables conversaciones ocupan los lugares sobresalientes, a la hora de descargar sobre personas ajenas al vínculo. Sin embargo, hasta un cuatro por ciento de los encuestados querrían que un tercero o tercera pechara con la carga sexual que lleva aparejado su matrimonio. El porcentaje de mujeres supera al de varones, a la hora de despojarse del engorroso trámite.

El porcentaje de externalización parece modesto pero, si trasladamos los datos norteamericanos a una sociedad más avanzada y próxima, resulta que dos millones de españoles desearían gozar de la oportunidad de un matrimonio duradero sin interferencia del sexo. Esta revelación escapa a la sociología y hunde sus raíces en la crisis económica. Entre las labores asistenciales que van a crear más empleo, figura la contratación como "amante externo". Por sí sola no restaurará los cinco millones de puestos de trabajo perdidos, pero efectuará una aportación meritoria a la relajación del convulso mercado laboral, por no hablar del mercado sexual. En fin, la pareja no puede ser contenida en ningún recipiente y muestra una sorprendente capacidad de adaptación.