­Dejó su carrera profesional en una prestigiosa escuela de negocios en París para buscar la paz interior. Mónica Esgueva es ´coaching´ -instructora- de directivos de empresa e imparte clases de inteligencia emocional en el CEU de Madrid. Publica ahora Cuando sea feliz. Un camino revolucionario para alcanzar la verdadera felicidad (Urano), fruto de su aprendizaje con los lamas tibetanos

-¿Existe la verdadera felicidad y se puede lograr con un libro?

-Claro que sí. Un libro no es una panacea pero siempre está bien que nos ayuden y nos guíen. Ahora mismo es muy necesario, la gente está muy frustrada y perdida.

-¿La crisis se ha llevado de cuajo las expectativas?

-Cuando hay bonanza económica, la gente tiende a pensar en lo material y en comprar. Eso tapa los agujeros un tiempo, pero no dura. Cuando consigues algo material, tienes un subidón tremendo, pero pasa a los dos días.

-¿Estos ejecutivos prejubilados son pasto de la depresión?

-No solo sufren quienes están en paro y buscan trabajo, también lo pasan mal los que estuvieron muy arriba y caen.

-¿La vida avisa?

-Siempre. Empieza con susurros y, si no los escuchamos, te grita y, si no haces caso a los gritos, te da un bofetón; o sea que más vale escucharla desde el principio.

-¿Qué hacer para ser feliz?

-Tratarse por dentro y dejar de contarse tantas historias. Solemos oír: "Lo único que necesito es acabar de pagar la hipoteca, encontrar el amor de mi vida y un buen trabajo. Con eso seré feliz". Hay que mirar en nuestro interior y aprender a manejar los pensamientos y las emociones negativas, que son los que nos hacen sufrir. Todo depende de la historia que nos contamos.

-Era ejecutiva de una prestigiosa escuela de negocios en París (Insead) y un día, después de ocho años, lo dejó todo, ¿no era feliz?

-Vendía productos y hacía cosas estupendas para dar beneficios a la empresa pero que no me llenaba nada y no me parecía la mejor manera de pasar mi vida, pensé que estaba aquí para algo más. Tenía un buen sueldo, un buen trabajo y muchas vacaciones, pero no sentía la satisfacción interior que se tiene cuando haces algo que te gusta.

-Y descubrió el budismo.

-En el fondo siempre tuve esa forma de pensar. Descubrí de dónde venía y a personas que me enseñaron más. No fue una conversión, aunque los lamas me han enseñado mucho de su filosofía, sobre todo a manejar la mente.