–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Cómo se le dice a Lauren Bacall que preste más atención en la siguiente toma?"

–Si Lauren Bacall ha de subir a un carruaje con un caballo en plena erección, y le dices que preste atención, te replicará, "Johnny, hace tiempo que no te he visto". Y si los caballos que tiran de su carro empiezan a montarse el uno al otro, gritará: "Sacadme de aquí, alguien no está haciendo correctamente su trabajo".

–¿Lauren Bacall lo llamó "el Roberto Benigni de Mallorca" porque es un poco payaso?

–Me llamó así por mi energía, no soy un payaso. Soy hiperactivo, epiléptico, muy sociable. Y también puedo estar dos semanas sin ver a nadie.

–Eligió Mallorca para rodar en inglés.

–Suerte que rodé en Raixa, porque ya no existe. Me dio rabia, porque se la han cargado. Ojalá la hubiera comprado la diseñadora Jil Sander.

–Prepararle una paella a Harvey Keitel el pasado verano, he ahí un reto escalofriante.

–La preparó Catina, dueña de La Pultrú. Keitel es un caballero, un generoso galán. Me llamó una tarde antes de participar en El celo, y me preguntó: "¿Por qué crees que soy idóneo para tu película?". Le respondí: "Porque eres un hijoputa sexy". Me replicó: "Antonio, sabes cómo hacer feliz a una dama".

–Un director de cine no es un artista, sino un ejecutivo agresivo.

–Mentira, es un artista con mayúsculas. El cine combina todas las artes, y el director no piensa en el dinero, sino en vampirizar a los participantes en el proyecto.

–Vayamos a las actitudes extremas, Oliver Stone o Woody Allen, que corta cuando empieza el partido.

–Estaría con Oliver Stone, pero no me ha marcado. Soy un fan de David Lynch y me cautiva Tras el cristal, de Agustí Villaronga. Trabajábamos juntos en El mar, y un día me dijo que "siempre he querido dirigir esta película". Y así fue.

–¿Si llegas a la cima demasiado pronto es más difícil continuar?

–Empecé como joven promesa, lo cual supone una presión porque la fama es horrible. Después me he sentido desaprovechado. Intentaba arrojar la toalla, pero no podía y la volvía a recoger.

–Todavía puede rehacerse.

–Frente al modelo Amenábar de triunfo instantáneo, prefiero el éxito de Villaronga, a quien le ha costado años ser reconocido. Es más gratificante, la fama ya no puede dañarte y la digieres mejor.

–¿Tiene celos de ´Pa negre´?

–No, estoy orgullosísimo. Villaronga es único a la hora de mostrar la belleza de la parte más denigrante del ser humano.

–Con tanto director estrenado, ¿hay una escuela mallorquina de cine?

–Cada uno de nosotros se ha buscado la vida fuera de Mallorca, así que relájense porque no soy un nacionalista de La Balanguera. Amenábar nació en Chile, y el cine es internacional.

–De momento ha transformado usted en cerda, con perdón, a La Terremoto de Alcorcón.

–Ha sido un placer y un banquete, está más cerda que nunca. He descubierto a la nueva Anna Magnani, preparando siete vídeos de tres minutos para el montaje teatral parisino de Marranadas, el libro de Marie Darrieussecq. Dirige Alfredo Arias en el Bon Point de los Champs Elysées, después lo traen al Teatro Español de Madrid y al Nacional de Buenos Aires.

–¿Los Wachowski confirman estos días que Mallorca es un excelente plató?

–No hay ninguna obligación de concebir a Mallorca como un plató, pero lo tiene todo. Puedes hacer los Balcanes, el Norte de Africa o Extremadura. Palma es muy impersonal sin la Catedral. Además de la importancia del clima, pregúntale a quienes se arruinaron con Cleopatra.

–Ya nadie puede pagarse una película.

–Poca gente, pero soy optimista, porque técnicas como el HD abaratan muchísimo y permiten hacer Mad men. También han bajado los cachés. En el cine se gasta demasiado detrás de la cámara.

–¿IB3 sería rebajarse?

–Como dice la canción, "depende, de qué depende". Hoy por hoy, IB3 es horrible.

–Se ha casado por lo homosexual, ¿qué piensa de Zapatero?

–Hizo lo que tenía que hacer en lo social, y ha fracasado en lo económico como todos los países. No veo que otro presidente del Gobierno lo hubiera hecho mejor.

–Y mientras tanto, Palma cierra sus salas de cine.

–Es muy triste, pero no voy a las salas. Veo el cine en casa, porque puedo elegir y estoy más cómodo con una pantalla de 50 pulgadas. La cartelera de Mallorca es patética, las buenas películas duran una semana.