–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Hoy no tiene reunión con José Ramón Bauzá?"

–No. Nos hemos reunido tres veces y personalmente me gusta Bauzá, porque tiene temple. Seguro que lo hará mejor que Antich y Matas.

–Si le parece, haremos la entrevista en castellano.

–Perfecto, esta historia del catalán es un empobrecimiento, los nacionalistas lo reducen todo a eso. Hablo cinco idiomas y medio, que es el mallorquín. Nunca lo llamo catalán, me gusta el artículo salat.

–Bauzá comparte su filología.

–No lo hemos comentado nunca, pero creo que va por esta línea. Al menos en el mensaje electoral.

–¿Qué se siente, cuando a uno le insultan miles de catalanistas?

–Sinceramente, en su momento me llegó a molestar. Tras un análisis frío, comprendí que los pobres son ellos. Sólo emprendimos acciones contra Joan Puig, de ERC. Puso la esvástica sobre el logo de Air Berlin, y no comprendió que "nazi" es el peor insulto para un alemán. El nazismo está demasiado reciente, y el sentimiento de culpabilidad se ha trasladado de una generación a otra.

–Como cliente de Air Berlin, no me molestaría que dieran los mensajes en catalán.

–Contratamos nuestras tripulaciones de cabina en Alemania, y ya es un esfuerzo encontrar gente que hable español. El producto es lo que cuenta, y el cliente se fija más en la puntualidad o la fiabilidad.

–De todas formas, Air Berlin es una compañía turca.

–La familia Sabanci es la accionista principal, con un 19 por ciento. En consecuencia, vamos a intensificar el tráfico con Turquía, pero Mallorca es fundamental para nosotros. Siete de nuestros 33 millones de pasajeros pasan por Son Sant Joan.

–¿Los alemanes piensan que Mallorca mejoraría sin mallorquines?

–Tampoco es eso, pero sí que creo que a veces me gustaría meterle un petardo por el culo a los mallorquines. Son un poco pasotas, lo lleva la insularidad.

–Cuando la huelga es convocada por controladores alemanes, usted suaviza sus críticas.

–Hay una diferencia, y probablemente me crucificarán por decirla. Los controladores alemanes asumieron su trabajo hasta que anunciaron la huelga, nunca bajaron el ritmo y lo recuperaron de inmediato tras desconvocarla. Lamentablemente, el control español vive desde hace dos años una situación irregular, no sé si por huelga encubierta o por falta de personal. Y nosotros pagamos la misma factura a Aena, nuestro interlocutor.

–¿España se soluciona suprimiendo las autono-mías?

–No lo sé, pero el modelo no es adecuado y muchos estamos de acuerdo en ello. Yo impondría dos condiciones a todo político, que estuviera obligado a darse de comer a sí mismo durante cinco años, y que tenga las mismas responsabilidades que yo como administrador de mi empresa.

–Le encanta que hablen de usted, aunque sea mal.

–Me gusta la confrontación, pero soy pacífico y nunca insulto a mis interlocutores. Insisto a mis subordinados para que, cuando vean algo, lo defiendan aunque pueda prevalecer la opinión del jefe, que para eso lo soy.

–¿Cuántos turistas trae Rafael Nadal?

–Honestamente, no te lo sabría decir. No entiendo esas contrataciones. No hace falta pagar a Nadal para que promocione Mallorca, lo hace solo. En general, se ha tirado dinero en promoción porque es tranquilizadora, sin buscar el retorno. Tampoco tengo claro que haya que estar en ferias como la ITB o Fitur.

–¿Todo incluido?

–Si el mercado lo pide, será por algo. La oferta complementaria se ha salido de madre y de precios, tendrá que adaptarse.

–´Desestacionalización´ casi llena una línea.

–Acepto que en Mallorca superamos la capacidad de carga en verano pero –y van a odiarme por decirlo– el sistema laboral de los fijos discontinuos es demasiado cómodo. Al empresario le resuelven el problema, y no agudiza el ingenio. Para el trabajador, fantástico.

–¿O somos Singapur o nos morimos de hambre?

–Probablemente, sí. Es la gran oportunidad y no hablo de copiar. Mallorca tiene mucha suerte por su ubicación geográfica, porque es un continente y gracias a los visionarios del turismo.

–Ahora que ya no es su presidente, puede reconocer que el Fomento de Turismo no sirve para nada.

–Había que adecuarlo, y a mí no me dejaron. Utilizaban el argumento de que el Fomento tenía cien años, les replicaba que los turistas venían entonces en vapor. Lo hubiera integrado en la Fundación Turismo Mallorca.

–¿Se indigna mucho?

–Comparto opiniones de los Indignados, pero me repatea la manera en que las defienden, porque invaden las libertades de los demás.