–¿Fue el típico empollón?

–Era un niño estudioso, poco hablador y de jugar con el microscopio y hacer experimentos en casa.

–¿Es el primero de su familia que ha ido a la universidad?

–El primero y el último. Soy el hermano mayor, el responsable, y mi madre quiso que estudiase.

–"Mi diversión es mi trabajo", ¿en serio?

–Sí, absolutamente. Igual que a una gente le gusta ir a la otra punta del mundo a mí me gusta explorar en la selva de las células. Esa exploración también es un viaje.

–¿Su aventura se queda en el microscopio?

–En el microscopio, en las células, en las moléculas, en el ADN, en el ARN... Todo es una aventura.

–Se habrá casado con una investigadora, claro.

–Sí, y ha sido muy útil porque los investigadores tenemos unos horarios muy extraños y una pasión que a veces nos consume. Para nosotros, un día es un segundo y los domingos son días laborables.

–¿Compiten?

–No, trabajamos en áreas ligeramente distintas, mi mujer investiga en cáncer de pulmón.

–¿Están en el mismo centro?

–Ahora, sí. Empezamos alejados y nos hemos ido acercando. En un trabajo tan absorbente es bueno tener tiempo para comer juntos.

–¿Se fue del Centro de Investigaciones Oncológicas (CNIO) harto de Mariano Barbacid?

–No. Siempre lo admiré, incluso antes de trabajar con él. Me fui porque soy inquieto y después de siete años allí, era el momento de cambiar. Tampoco estaré siempre en Bellvitge. Cambiar es una forma de estimularse y reinventarse.

–¿Descubrió la epigenética en Baltimore?

–Había estudiado mucha genética y la mutación de los genes, pero había preguntas a las que la genética pura era incapaz de dar respuesta, y solicité ir al laboratorio que había empezado a trabajar en ese campo, entonces balbuciente.

–¿Qué es?

–Es la regulación del genoma. Los genes no lo son todo, hay unas marcas químicas que regulan esos genes. Explica, por ejemplo, por qué los gemelos, aunque tengan el mismo ADN, no son idénticos.

–¿Aunque nazcan idénticos?

–Las marcas químicas a lo largo de su vida los diferencian y hacen que uno tenga una enfermedad y el otro, otra. Se explica también en la clonación: el animal clonado no es idéntico a su madre, de la que se sacó el ADN, ¿por qué? Porque se transfirió el ADN pero no las marcas químicas que lo regulan. Hay una epigenética fisiológica que nos define como especie y una epigenética alterada que define cada enfermedad.

–¿Hay fármacos epigenéticos?

–De momento, hay aprobados para dos tipos de tumores: en leucemias y en linfomas. Estos fármacos reprograman las células tumorales, como un antivirus al virus del ordenador, y eliminan la metilación del ADN, es decir, las marcas químicas erróenas de la célula cancerosa.

–¿Una nueva medicina?

–Una medicina menos tóxica y más específica con fármacos adecuados a cada tumor. Será, además, un ahorro para la Adminsitración, que dejará de gastar en medicamentos que no surten efecto.

–¿El cáncer será curable?

–El cáncer es una enfermedad propia del envejecimiento, cuanto más vivimos, más probabilidades tenemos de padecerlo pero hay cambios: la mortalidad en 1945 era del 90% y ahora es del 40%. De seguir así, en 2025 habrá un 80% de supervivencia. En cambio, somos incapaces de curar el alzheimer: hay que invertir en las enfermedades cerebrales.

–Es un propagandista de la investigación en España, ¿por qué?

–La investigación en España está en un nivel muy bueno, como nunca lo habíamos visto. Madrid y Barcelona son dos polos de la investigación biomédica muy importantes. Antes los españoles iban a Alemania a investigar, ahora son los alemanes los que vienen porque aquí se hace investigación de calidad.