­Valérie Tasso (Francia, 1969) comenzó a escribir un diario en 2002, poco antes de publicar su autobiográfico Diario de una ninfómana, que fue un éxito de ventas y la llevó a los platós de televisión. Allí se topó con un panorama desalentador en el que todo valía con tal de elevar el morbo y las audiencias. En Diario de una mujer pública Tasso descubre las siniestras bambalinas de esos ´talkshows´ televisivos

¿Qué acogida está teniendo Diario de una mujer pública?

–Por el momento, muy buena. El libro despierta, obviamente, una parte de morbo; un morbo que todos tenemos en mayor o menor medida. Luego, cuando sabes que aborda la cara oculta de algunos medios de comunicación, el interés aumenta. Además tengo el don de la oportunidad porque cada vez que saco un libro pasa algo relacionado con él. El día que se publicó Diario de una mujer pública aparecieron una serie de noticias criticando muy duramente a algunas cadenas de televisión por no respetar el horario infantil. Yo me preguntaba ¿por qué sale esto ahora cuando nunca se ha respetado? Pero eso hizo más vigente mi libro.

–En su libro se refiere a un productor —con las falsas siglas F. R.— que le acosa hasta el punto de ofrecerle un programa a cambio de sexo.

–En un principio iba a poner su nombre real pero hice una pequeña reflexión y pensé que tendría que volver a remover la herida y demandar a esta persona por acoso. Todo el proceso de demandarle, el posible juicio, hace más daño que un libro como el mío. De hecho sigo en televisión, en Canal Sur, y también en un programa en Radio Nacional de España. En ellos me siento como en casa. He vuelto a la televisión pero bajo mis condiciones. Realmente los personajes como el productor no son mayoría. Lo peor de haberme encontrado con F. R. no fue mi experiencia sino ver a todas aquellas chicas que participaban en los debates y luego se iban con él muy a disgusto. Como yo tenía un antecedente, un estigma, pensó que la más fácil de todas estas chicas era Valérie Tasso, pero fui la única que no se acostó con él. Me llevé, eso sí, un magnífico reloj Gucci que acepté y me llevé con toda la cara del mundo y sin nada a cambio por todos los daños sufridos. No me lo pongo nunca pero todavía lo conservo.

–En otro episodio un periodista da por hecho que usted accederá a tener un encuentro sexual con él.

–En su momento me resultaba tremendo, ahora ya no. Hay que ser tonto para pensar que puedo aceptar cualquier cosa. Yo sé quién soy yo. No reniego de mi pasado como prostituta pero eso es pasado. El problema de fondo es que no ha habido una verdadera reflexión sobre la prostitución. El debate no es si hay que abolirla, regularla o prohibirla sino que hay que hacer una profunda reflexión, hacer una rehabilitación moral de las meretrices. ¿De qué te sirve regular si tienen un estigma moral? Pero en nuestra sociedad no se hace reflexión. Se dan opiniones, no se reflexiona nada.

–¿Es cierto que en estos programas reciben instrucciones para encaminar el debate?

–A mí me han dicho antes de entrar a un programa: "Valérie, da caña". "¿Qué? ¿Perdón? Yo no soy una tertuliana que da caña, sino que intento reflexionar". Cuando dices esto hay gente que te mira de reojo y se pregunta: "¿de qué vas a reflexionar tú si has sido puta?"

–Es licenciada en Dirección de Empresas, tiene un doctorado en Interculturalidad, es licenciada en Lenguas Extranjeras Aplicadas. –¿La han reclamado en televisión para que revele nombres?

–Cuando salió Diario de una ninfómana aparecieron madames que dieron iniciales reales de chicas famosas que se habían prostituido. Me llamaron de estos programas para que diera nombres de clientes y dije que no aunque me ofrecían mucho dinero. En la televisión todavía creen que se hacen cosas a cualquier precio. Yo no soy ni he sido jamás una puta las 24 horas. No lo he sido jamás.

–¿Cómo ve la TV actual?

–No puede seguir así. Es una vergüenza que hayan quitado el canal CNN+ para poner un reality show. Yo no me creo que no tenía audiencia, simplemente ha sido una transacción económica en la que ha ganado el más fuerte. No es verdad que lo que tenemos en televisión sea lo que queremos ver. Están vendiendo formatos de televisión terribles que les hacen ganar millonadas. Yo he estado en estos programas y cuando vi cómo funcionaban se me cayó el corazón al suelo. Me he sentido más indecente e indigna saliendo en algunos programas de estos que ejerciendo la prostitución, no lo dudes.

–¿Le preocupa la reacción a sus libros?

–Ahora mismo me importa poco el qué dirán. Hago la literatura que me da la gana, tengo mi libertad y no hago daño a nadie.