Abrazado a su madre, Juana, y a su hermana, Belén, Rafael era ayer un treintañero feliz con una aspiración simple: "Tengo muchas ganas de volver a mi vida normal y a salir con mis amigos". Lo logrará en unos meses.

Rafael, la segunda persona que fue sometida a un trasplante de cara en España. Su operación fue la novena de este tipo en el mundo. Ayer recibió el alta médica después de que el pasado 26 de enero un equipo de cirujanos plásticos, maxilofaciales, anestesistas y otros médicos y personal sanitario del sevillano hospital Virgen del Rocío realizase una operación de 30 horas que ha permitido a este hombre de 34 años volver a tener rostro.

"Felicidad" y "alegría" fueron dos de las palabras pronunciadas más claramente por Rafael, aunque su emoción y agradecimiento quedaron patentes al despedirse del equipo médico que le ha atendido de manera intensiva durante los tres últimos meses y que comenzó a tratarlo hace varios años.

Su cara está aún inflamada, tiene todavía dificultades para hablar y no puede masticar bien. Pero el paciente ya tiene sensibilidad.

El doctor Juan David González Padilla, director de la unidad de Cirugía Maxilofacial, explicó que el trasplantado ha recuperado parte de la sensibilidad facial en estos tres primeros meses de recuperación, aunque habla con dificultad por la escasa movilidad de su lengua, que resultó afectada durante la intervención quirúrgica. Rafael siente el tacto, distingue el calor del frío e incluso ha comenzado a afeitarse ya que antes carecía de vello facial a consecuencia de su enfermedad. En opinión del doctor, podrá hablar con cierta normalidad dentro de un año y también le desaparecerá en este periodo la actual inflamación que padece en el rostro.

Le quedan meses de rehabilitación por delante, aunque ya ha dejado el hospital y ha podido visitar a amigos y familiares. En un año, su cara estará restablecida.

Rafael sufría neurofibromatosis tipo I, una enfermedad genética que provoca tumores benignos múltiples. Los padecía en los dos tercios inferiores del rostro y tenía lesiones a nivel del ojo derecho, en el que había perdido la visión.

Para él no había "ninguna alternativa de reconstrucción que no fuese el trasplante de tejido compuesto de un donante cadáver", explicó el doctor Tomás Gómez Cía, director de la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía Plástica y Grandes Quemados del hospital Virgen del Rocío.

El trasplante de cara de Rafael se hizo en dos fases. Primero, los médicos tuvieron que extirpar de la cara del donante los tejidos a trasplantar, con sus vasos sanguíneos y sus terminaciones nerviosas.

Después se inició ya el trasplante en sí, en el que se adaptaron los vasos sanguíneos y sus terminaciones nerviosas al receptor. "Ha sido un éxito", sentenció Gómez Cía.

Cuando Rafael pudo por fin mirarse al espejo, se reconoció a sí mismo, según contaron ayer los médicos. "No sólo no se vio como un monstruo, sino que se vio incluso más joven". Y es que, en este tipo de operaciones el receptor no recibe los rasgos faciales del donante, ya que los tejidos se adaptan a su estructura ósea.

Antes de este trasplante en Sevilla, en el mundo se realizaron otros ocho: cuatro en Francia, dos en Estados Unidos, uno en China y otro en España. Posteriormente, el hospital barcelonés Vall d'Hebrón realizó otro, considerado el primer trasplante total de cara del mundo.

Hasta ayer apenas se sabía algo de Rafael por los protocolos vigentes para preservar la intimidad de los pacientes en estos casos. Pero él quiso aparecer ante los medios, consciente del interés social que despierta su caso y, sobre todo, porque piensa que su testimonio puede fomentar las donaciones.

Pero a partir de este momento pide respeto por su intimidad. "Ahora, que me dejen en paz", dijo.