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Maldeojos

Cuatro y los freaks

Ahora vemos a los hermanos Salazar en ´Los Gipsy Kings´ haciendo tontadas de tontos sin fuste, dejándose llevar por los guionistas,y ellos, en este ocaso dorado de su carrera finiquitada y patética hacen el payaso creyéndose el jaleo que provocan

A la derecha, Íker Jiménez en ´Cuarto Milenio´; a la izquierda, Los Chunguitos en ´Los Gipsy Kings´.

Que me meo, que me meo, niño, dónde hay un váter, que me meo vivo. La frase podría decirla cualquiera entre amigos, pero se la escucho a un Chunguito, cuya estela, como la de Mario Vaquerizo, parece no irse de nuestro lado pase lo que pase. Ahora vemos a estos tipos, a los hermanos Salazar, en Cuatro, en Los Gipsy Kings haciendo tontadas de tontos sin fuste, dejándose guiar por los guionistas, y ellos, en este ocaso dorado de su carrera finiquitada y patética hacen el payaso creyéndose el jaleo que provocan. Creo que está claro. Los Chunguitos forman parte de Los Gipsy King por gitanos, a los que la cadena de Mediaset, entregada a la causa de la igualdad y el respeto a la diferencia y la diversidad cultural y esas cosas, dedica la noche del domingo. ¿Haciendo reportajes que retraten la realidad de esta etnia, haciendo reportajes o entrevistas para denunciar que algunos reportajes y entrevistas y programas y magacines se fijan en los gitanos no para hablar de lo que nos puede unir sino de lo que nos separa, y además para reírnos de sus diferencias? No. Haciendo Los Gipsy King o reponiendo después, para que no decaiga la carcajada, Palabra de gitano. Es decir, puro Cuatro. Si me pongo el tanga se me sale el "miembro civil" porque lo tengo muy grande. Esta frase la podría haber dicho alguno de los zoquetes que la cadena explota en ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, en Gandía Shore, Adán y Eva, o en la serie de los tarados Gym Tony, donde no hay nadie que represente a la parte de la sociedad que no tenga "algún defectillo". Pero no, si me pongo el tanga se me sale el miembro civil porque lo tengo muy grande lo dijo uno de los chungos. Y en verdad aquella imagen de aquel tipo en tanga era perturbadora. ¿Qué pintan estos gitanos en Los Gipsy King? Nada, carne de negocio. Puro escarnio. Gente bruta, zafia, barata, haciendo el ridículo por dinero.

La Rebe y las otras

Hay otras familias de gitanos en el programa, y cuanto más salen, más socaban su imagen, más hunden al pueblo gitano. En la última entrega de Los Gipsy King La Rebe, una adolescente de 15 años que parece una meretriz buscando clientes, asiste a una lección al aire libre, como hacían los filósofos griegos, donde las gitanas casadas la instruyen en el arte del matrimonio, es decir, sometimiento y punto en boca. Cuidar al macho para que el macho de la casa esté servido como un marajá y ella dispuesta a lo que haga falta, que para eso es mujer, y siempre arreglada, "que tu marido te vea guapa" y no busque en otras lo que tú tienes que darle. En fin, da asco. Claro que esto es así, pero el programa se mantiene en una equidistancia vomitiva. Ni una pizca de crítica, ni una sola gitana que piense de otra manera, nadie que advierta de que eso hay que cambiarlo, que es denigrante, que en este país, payos o gitanos, están amparados por la igualdad. No sacan el contrapunto de alguna asociación de gitanos con estudios, sí, lo digo así, con destacado, porque los que sacan son medio analfabetos, niñas que cuyo sueño es "ronear" y buscarse un buen partido, mocitos calavera a los que jamás se les ve yendo a clase o cogiendo un libro, pero sí ejerciendo de machos alfa del clan, putitos y chulos. Una pena. El resto de estos "reyes gitanos" de pandereta para diversión de payos es igual de lamentable. Forman parte de las trazas y sello de la cadena, de su apuesta por los personajes extravagantes, y como tales, y desde ese criterio, Cuatro se ha fijado en los gitanos como se podía haber fijado, o se fijará, en otros grupos, en otros monstruitos. Ustedes me dirán que hay que tomarse las cosas menos en serio, a broma, que estos programas no hacen daño a nadie, que tratan de acercar la realidad de una etnia, de un grupo, de un pueblo y sus costumbres, a los payos para comprenderlos. Ja. ¿Así?

El caloret

Cambio de película. ¿Cambio de verdad? Veamos. Se ve un hombre que en vez de pies parece que tiene zarpas, a otras dos criaturas que comparten la misma cabeza, a una mujer que camina sobre cuatro brazos. Son diapositivas proyectadas en la pantalla. De repente irrumpe un señor en la oscuridad del plató que camina bien, erguido, y no parece que tenga dos cabezas, cola de león, o vomite espumarajos ni hable en lenguas. Dice que la luz del proyector rompe la oscuridad del entorno de este lugar donde se viaja en el tiempo en la nave del misterio para ver en la "vieja pantalla una historia nueva con códigos antiguos pero que revela elementos no conocidos". Habla rápido, como atropellado, comiéndose las sílabas. Al final, como redondeando la escena, dice que todos hemos oído hablar de los freaks, es decir, cuando la naturaleza comete errores y se da una especie de aberración desconocida, fascinantes para muchos, se anima él solo, recuerden el caso del hombre elefante, aceptado por la gente de su tiempo, como ocurría aquí en España con los circos ambulantes que recogían a esta gente y así podían comer, gente considerada monstruos, como el hombre que vamos a ver, el hombre de las dos caras, que llegó a decir que tenía un diablo pegado a la nuca? Basta. Está claro. Cuarto Milenio va hoy de freaks, de monstruos, de gente zumbada, rara, charcutería propia de Mediaset, la especialidad de Cuatro. Quien habla es Íker Jiménez, que da paso a una señora, la suya, Carmen Porter, para que "amplíe los datos de esta historia real". Y ponen la foto del pobre hombre, del monstruo, del freak. Acostumbrados los espectadores a un programa tan riguroso y cabal, uno, que es un recién llegado, echa en falta en la lista de freaks y gentes de la carreta al propio Íker, el hombre que se pone hasta el culo y flipa con una nave que no es nave y habla de majaderías sin cuento.

Tampoco saca a santa Rita, Rita -Barberá-, monstrua fallera, lo que se bebe no se quita, le dijo Andréu Buenafuente, otro monstruo, ni a Rouco Varela, que se gasta 500.000 euros de nuestra saca para arreglarse su pisito de pobres en zona in de Madrid. Viva el caloret, vivan los freaks, viva Cuatro.

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